Fundación Amén Cominicaciones2024-01-112024-01-112024-01-07http://72.167.44.240:4000/handle/123456789/237https://drive.google.com/file/d/1p6vgYWrx6dPG4x67ee6EdvNzQYDbPe5Q/view?usp=drive_linkTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES La Solemnidad de la Epifanía del Señor, más conocida por nosotros de manera popular como la fiesta de los reyes magos, es la gran manifestación de Dios Niño al mundo entero, en su gloria, en su divinidad. Hay países donde la fiesta de la Epifanía del Señor, es incluso más importante que la misma Navidad cristiana, porque ciertamente en esta última se celebra el nacimiento de un Niño al mundo entero; pero es sólo en la Epifanía o fiesta de reyes magos, donde Dios, en la imagen de un recién nacido, se manifiesta con toda su gloria, con todo su poder, con toda su divinidad, a los hombres y mujeres del mundo entero. ¿Pero qué podemos encontrar en este relato que está cargado de signos y de simbolismos?. Cuando se habla de los tres reyes magos, probablemente se habla de tres hombres sabios, que vienen de los tres continentes conocidos en el mundo antiguo: África, Asia y Europa, que vienen de las tres razas conocidas fundamentalmente en el mundo antiguo y que significa que ese Jesús, Dios, ese Jesús Divinidad, ha venido para todas las naciones, para todos los pueblos, para todas las razas. Sobre la estrella se afirmará, que más allá de un fenómeno cósmico que efectivamente se pudo haber dado, simboliza también la luz de la fe que guía a cualquier ser humano de buena voluntad, hacia el encuentro con Dios; o la misma estrella significa, la gloria del Niño recién nacido, luz de las naciones, luz para el mundo. Nos dice efectivamente de otro lado, que estos sabios de Oriente, se pusieron en camino, y cuando llegaron a presencia del Niño de María y de José, se pusieron de rodillas y adoraron al bebé. La actitud corporal de los sabios de Oriente, indica de alguna manera, como el mundo reconoce la divinidad y el señorío de Jesús. Pero es sobre todo las ofrendas o regalos que presentan al recién llegado al mundo, a Jesús recién nacido, oro, incienso y mirra, que tiene un significado bien concreto: el oro es el regalo propio dado a los reyes, el oro es signo de realeza y en ese sentido, Jesús se presenta como rey de los hombres y no solamente rey de su pueblo Israel. El incienso utilizado usualmente en los cultos religiosos, en los cultos litúrgicos, indicaba de alguna manera la ofrenda espiritual, que presentamos a Dios y que sube verticalmente hacia el cielo, pretendiendo nosotros darle ese culto de adoración al Señor Dios. El incienso pues, es un reconocimiento al bebecito Jesús de su divinidad, de su categoría de Dios. Finalmente, la mirra, era una resina utilizada a manera de ungüento, en la preparación de los muertos y en los ritos funerarios judíos. Esto indica la categoría o la calidad de hombre, de humanidad y por tanto de mortalidad que acompañará a este Niño, el cual efectivamente morirá en una cruz, 33 años después de su nacimiento. Oro, incienso y mirra, indican pues, al Niño Jesús como Rey, verdadero Dios y verdadero hombre. Pero más allá de todos estos signos y simbología, ¿qué enseñanzas pudiéramos sacar para nuestra vida?. La primera, ese Niño desde nacer, desde su parto, desde su alumbramiento, fue signo de contradicción, aceptado por unos, muchas veces extranjeros, el caso de los sabios de Oriente y rechazado por otros, muchas veces los cercanos, en este caso Herodes. Es la vida del cristiano, y esta imagen es paradigmática del camino de fe, que nos toca asumir a cada uno de nosotros; siempre seremos amados, aceptados y valorados por unos y rechazados, repudiados, incomprendidos y aun perseguidos por otros. Encontramos en una imagen tan actual como la del Papa Francisco, a un hombre muy amado por la Iglesia, permítanme la expresión, que tiene cierta distancia, frente a la religión o la Iglesia que está a mitad de camino, no de tanta práctica sacramental; y por el contrario descubrimos, que muchos que se dicen muy cercanos a la Iglesia, muy religiosos a la manera de los fariseos, los escribas del tiempo de Jesús, hoy miran con sospecha a nuestro Papa, Francisco. En una segunda enseñanza, estamos llamados a hacer discernimiento entre el bien y el mal, seguir la voz de Dios, como la siguieron los reyes o los magos o los sabios de Oriente, y de alguna manera ellos avisados en sueños, (un oráculo), el Salvador de los hombres, ha nacido, discernir cómo orientar nuestra vida. También discernir el mal, ellos entendieron que no podían regresar por el mismo camino por donde habían ido a adorar al Niño en Belén, porque se encontrarían con las intrigas y la presencia del malvado Herodes, por eso decidieron regresar por otro lugar. Nosotros aprendamos a discernir, dónde está el bien, la bondad, o por el contrario, la malicia, la oscuridad de una persona, y entender, que por más que haya maldad, si uno obra rectamente, Dios cuida de los suyos, como lo hizo con el Niño Jesús, y se burla de los malvados, como lo hizo con Herodes. En una tercera y última enseñanza reconozcamos, que este Niño que ha nacido en una pesebrera es Rey, no es un niño más, está llamado a gobernar nuestras vidas, a regir el mundo, de alguna manera a establecer una serie de valores: el amor, la justicia, el perdón, la reconciliación, la misericordia entre los hombres. Su vocación es real, su vocación es de Rey, su vocación es gobernar la vida de todos nosotros; tú decides, si quieres postrarte y adorar a este Niño en tu corazón o quieres postrarte y adorar, los falsos ídolos: el dinero, la imagen, los placeres efímeros, tus vanidades personales, adorar esos ídolos falsos, que hemos construido en el mundo. Que el Señor en este día de reyes magos te bendiga abundantemente, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 2, 1-12 Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: – «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y, venimos a adorarlo.» Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: – «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.»» Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: – «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.Encuentro con DiosEstrella de BelénGuíaInciensoLuz de la feMirraMundo antiguoNacimiento de JesúsNiño JesúsOroRey del UniversoTres continentesTres hombres sabiosBibliaEvangelio¡El misterio de los reyes magos!Reyes Magos