¡No tires piedras!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Juan 8, 1-11 Lectura del día de Hoy: Primera Lectura: Isaίas 43, 16-21 Esto dice el Señor, que abrió un camino en el mar y un sendero en las aguas impetuosas, el que hizo salir a la batalla a un formidable ejército de carros y caballos, que cayeron y no se levantaron, y se apagaron como una mecha que se extingue: “No recuerden lo pasado ni piensen en lo antiguo; yo voy a realizar algo nuevo. Ya está brotando. ¿No lo notan? Voy a abrir caminos en el desierto y haré que corran los ríos en la tierra árida. Me darán gloria las bestias salvajes, los chacales y las avestruces, porque haré correr agua en el desierto, y ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo escogido. Entonces el pueblo que me he formado proclamará mis alabanzas”. Palabra de Dios. Te alabamos Señor Salmo de Hoy: Salmo 126(125), 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio creíamos soñar: entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. Aun los mismo paganos con asombro decían: “¡ Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!” Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. Segunda lectura: Filipenses 3, 8-14 Hermanos: Todo lo que era valioso para mí, lo consideré sin valor a causa de Cristo. Más aún pienso que nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor he renunciado a todo, y todo lo considero como basura, con tal de ganar a Cristo y de estar unido a él, no porque haya obtenido la justificación que proviene de la ley, sino la que procede de la fe en Cristo Jesús, con la que Dios hace justos a los que creen. Y todo esto, para conocer a Cristo, experimentar la fuerza de su resurrección, compartir sus sufrimientos y asemejarme a él en su muerte, con la esperanza de resucitar con él de entre los muertos. No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o que sea ya perfecto, pero me esfuerzo en conquistarlo, porque Cristo Jesús me ha conquistado. No, hermanos, considero que todavía no lo he logrado. Pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás, y me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde el cielo. Palabra de Dios. Te alabamos Señor Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Juan 8, 1-11 En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?” Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”. Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO La segunda lectura de la carta de Pablo a los filipenses nos muestra, toda la generosidad y toda la audacia del apóstol Pablo, quien reconoce explícitamente: “Que todo lo ha perdido. Es más, todo lo considera nada y basura con tal de ganar a Cristo Jesús para su vida, no siguiendo una justicia que se apoye en la ley, sino por el contrario, siguiendo una justicia que viene de la fe en Cristo Jesús y del mismo Dios por la fuerza de esa fe”. Esta segunda lectura de Pablo a los filipenses nos prepara para entender perfectamente el evangelio de hoy, tomado del capítulo 8 según san Juan. El caso es que Jesús se encontraba en el templo y enseñaba al pueblo con tranquilidad y serenidad, en eso se aparecen escribas y fariseos que le presentan a Jesús para ponerle una trampa a una pobre mujer que ha sido sorprendida en adulterio y apoyándose en la ley mosaica, en la ley de Moisés, que consideraban absoluta e inviolable, ella, esta ley, mandaba matar a pedradas, mandaba lapidar a una mujer sorprendida flagrantemente en la fornicación, en el adulterio. Claramente se ve una primera actitud y es como los seres humanos apoyados en normas, en leyes, en políticas empresariales o aun en criterios humanos, fustigamos, lapidamos, apedreamos, señalamos y aun condenamos a otros, sintiéndonos como los fariseos y los escribas, mejores y distintos de los demás, porque somos “cumplidores, promotores y defensores de la ley” que en sí misma no deja de tener en no pocos casos, arbitrariedades e injusticias. Pero Jesús no cae en la trampa, y el evangelista san Juan nos dice: “Que Él, inclinándose en el suelo, escribía algo con su dedo”. Los fariseos y los escribas insisten para acorralar a Jesús, éste, serenamente, se pone de pies y lanza una expresión magistral que ha hecho historia en el cristianismo y aún en el mundo pagano. Jesús, en efecto, dirá a aquellos que señalaban a la mujer como pecadora y que cargaban piedras para cumplir con la ley mosaica de lapidarla, de apedrearla por su adulterio, Jesús les dirá: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”, (y con gran señorío vuelve a inclinarse otra vez sobre el piso y sigue escribiendo). Su ley ya no será en tablas de piedra como las que recibió Moisés en el monte Sinaí siglos atrás, quizás escribe en el suelo la Ley nueva, la ley de la misericordia y la ley que nos permite recordar a cada uno de nosotros que primero debemos de conocernos, examinarnos, mirarnos interiormente antes de señalar, juzgar, condenar a otra persona. Magistral enseñanza que nos propone la misericordia con el pecador, la bondad con el equivocado, recordando la famosa expresión de Jesús al comienzo de su vida pública, cuando decía: “No he venido por los enfermos, sino por los sanos, no he venido por los justos, sino por los pecadores. Vayan por el mundo diciéndole a la gente que quiero misericordia, compasión antes que sacrificios rituales de animales, holocaustos religiosos en el gran templo de Israel”. Pero avanzamos en nuestra reflexión y nos damos cuenta que cada uno de los personajes que estaban armados con guijarros, rocas y piedras, y que se sentían fácilmente jueces de la mujer que había sido sorprendida en adulterio, una vez escuchan a Jesús, van dejando caer las piedras y se van escabullendo, saliendo de la escena uno tras otro (dirá el evangelista Juan), empezando por los más viejos. Todos se quedaron sin argumentos, porque quizás entre los que hablaban de fustigar y de apedrear a esta mujer, probablemente había algunos hombres que habían compartido el pecado de adulterio con ella, pero sólo se apegaban al tenor de una ley general que podía resultar odiosa, sexista y de alguna manera injusta al señalar el apedreamiento público a una mujer sorprendida en la flagrancia del adulterio. Cuando Jesús queda solo con la mujer, viene una tercera y final enseñanza para nuestra vida. Le dirá Jesús Imaginamos mirándola con gran ternura y compasión: “Mujer, ¿dónde están tus perseguidores?, ¿dónde están los que te iban a apedrear?, ¿dónde están tus condenadores, tus acusadores?, no veo a ninguno”. La mujer, quizás atemorizada ante el miedo de una muerte inminente, le dice a Jesús: “No veo a ninguno de ellos”. Y Jesús zanja la conversación con esta mujer diciéndole: “Pues si no están los que te condenan, yo tampoco te condeno, anda, sigue con tu vida y en adelante no peques más”. Si has sentido en tu existencia que has sido juzgado y condenado por los hombres, recuerda que Jesús no te juzga y no te condena, y si en verdad ha habido pecado en tu vida, hoy hay una clara invitación que resuena en nuestro corazón: ¡Sigue tu vida y en adelante no peques más! Tres ideas: no apoyarnos en la ley para fustigar y condenar a los demás, primera idea, dos, reconocernos pecadores y miserables como cualquiera: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, segunda idea. Y la tercera, la invitación a la conversión definitiva de la vida: “En adelante en tu vida, no peques más, no ofendas tu vida, no dañes tu corazón, no ofendas a Dios”. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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