¿Cuál es el tesoro de tu vida?

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 13, 44-46 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: del libro del Éxodo 34,29-35: Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante, y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y cuando terminó de hablar con ellos se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo de Hoy: Sal 99(98), 5.6.7.9 (R. cf. 9c) Santo eres, Señor, Dios nuestro. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es santo. Santo eres, Señor, Dios nuestro. Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. Santo eres, Señor, Dios nuestro. Dios les hablaba desde la columna de nube, oyeron sus mandatos y la ley que les dio. Santo eres, Señor, Dios nuestro. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios. Santo eres, Señor, Dios nuestro. Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 44-46: En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES ¿Cuál es el tesoro de tu vida? A propósito del discurso parabólico de san Mateo, capítulo 13, donde se nos habla “del Reino de los cielos como un tesoro escondido o como una perla de gran valor”. Aprendamos tres enseñanzas para nuestra vida. La primera, Dios y su proyecto de justicia y de amor para el mundo es el gran tesoro, la perla de gran valor; no hay nada más grande en esta tierra por lo cual valga la pena gastar la vida y luchar. Cuando encontramos que en el mundo se nos ofrecen tantos proyectos de felicidad, de plenitud, de falsos tesoros, descubramos que todo en esta tierra tiene el sello de lo efímero, lo pasajero, lo temporal. El único que permanece es Dios, y aunque no lo podamos ver con los ojos sensibles, sentimos en lo profundo de nuestra alma espiritual que la justicia, el amor, el proyecto de paz y reconciliación que Él nos propone, hace que la vida valga la pena, tenga sentido, sea valiosa, hace que la vida sea en colores para cada uno de nosotros. Pero hay una segunda enseñanza que nos propone el evangelio de hoy. Necesitamos sabiduría para descubrir ese tesoro escondido, enterrado bajo tierra. Necesitamos sabiduría para reconocer esa perla valiosa, no está a primer golpe de vista encontrar o reconocer el gran tesoro del reinar de Dios, de la bendición de Dios, del amor de Dios en nuestra vida, si no tenemos un esfuerzo de ser buscadores de tesoros como en las películas de Hollywood, o de ser comerciantes en perlas finas, avezados, experimentados que saben distinguir la perla de gran valor de la que sencillamente es falsa. Hoy pregúntate ¿cuáles son los grandes tesoros de tu vida?, ¿qué te mueve a madrugar, a trabajar, a sacrificarte?; ¿una persona, y esa persona si vale la pena?, ¿un trabajo, y ese trabajo si es definitivo?, ¿unos bienes materiales, y te irás con ellos más allá de la muerte? Nunca olvidemos, a propósito de los tesoros del mundo “que pasan porque los carcome la polilla o los roba el ladrón”, (como nos señala el mismo evangelio). O también en otro pasaje bíblico se nos dice: “Que no podemos servir simultáneamente al Dios del cielo, al Dios amor y al dios de la tierra, al dios dinero”, (o como se le conoce bíblicamente el dios mammón). Tú en tu corazón, frente a esta pregunta muy honesta que te puedes hacer, a ¿quién sirvo yo en mi vida?, ¿quién es lo más o qué es lo más importante en mi existencia? Apunta a lo más alto, ¿aquella persona vale la pena?, ¿esta empresa?, claro que sí, ¿esta seguridad material?, claro que sí; pero más grande que todo esto como proyecto definitivo de tu vida, no pierdas a Dios en el horizonte de tu existencia. Finalmente, en una tercera y última enseñanza, nos dice el evangelio: “Que aquel hombre, buscador de tesoros, o aquel comerciante experto en perlas finas, finísimas y exóticas, venden lo que tienen, (podríamos decir, lo dejan, lo relativizan y lo hacen sin dolor, otros pequeños tesorillos en su vida, otras pequeñas perlas de colección). Y dejan todo esto con gran alegría para poder acceder al gran tesoro que es Dios en nuestro corazón”. Con razón los místicos, que fueron buscadores de tesoros, con razón los santos expertos en la perla de gran valor nos muestran “que todo fuera de Cristo es estrecho”, (como dice san Juan de la Cruz), o “que el amor de Dios no cansa, ni se cansa”, (como repite este místico español). Hoy descubre que a veces te has afanado, te has apurado por tantas cosas que no lo negamos dan una seguridad material, dan una comodidad, un bienestar; pero no son capaces de plenificar, plenificar totalmente tu vida. Busca el Reino de Dios, busca la justicia, el amor, la paz, el perdón en las relaciones humanas que trae ese Reino, un nuevo mundo, un nuevo orden mundial. Y lo demás, el pan de cada día y los tesorillos que a veces nos afanan, vendrán por añadidura. Dale a Dios el primer lugar en tu corazón, te lo aseguro, al final de tu vida no te arrepentirás. Que el Señor te bendiga en abundancia, te dé luz y sabiduría en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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