¡Levántate!

dc.contributor.authorFundación Amén Comunicaciones
dc.date.accessioned2023-07-18T00:01:32Z
dc.date.available2023-07-18T00:01:32Z
dc.date.issued2023-03-21
dc.descriptionTRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES El evangelista san Juan nos presenta, una escena pintoresca. Resulta que en la ciudad de Jerusalén, existían las llamadas piscinas públicas que se alimentaban de canales de agua, que generaban estos pozos donde se recluían personas a bañarse; pero había una en especial la de Betesda, que tenía fama de que las aguas que alimentaban dicha piscina o estanque eran milagrosas. Allí se ubicaban toda clases de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos; pues bien, había un hombre que llevaba 38 años, prácticamente toda su vida, enfermo por una parálisis que le impedía caminar, Jesús que estaba allí junto a la piscina de Betesda, al ver este hombre se compadece de él y más allá de ser día sábado o día sagrado de descanso para el pueblo judío, le pregunta al enfermo: “¿Quieres quedar sano?”, él simplemente se limita a responder: “Yo quisiera sanar y quisiera introducirme en la piscina que tiene por superstición o por tradición fama de que sus aguas son sanadoras, pero como paralítico que soy, no tengo quien me meta en la piscina cuando se remueve el agua”, Jesús, compadecido pero también con autoridad, con exousia habla al hombre y le dice: “Levántate, toma tu camilla y echa a andar”. Ya no se trató de ir a la piscina, de seguir supersticiones, tradiciones humanas, sino de creer en la palabra de Jesús. Hoy, cuando sientes parálisis en tu vida: parálisis mentales porque has vivido un dolor reciente, parálisis físicas con ocasión de un accidente, una caída, una enfermedad, parálisis emocionales que te impiden superar ese divorcio, la muerte de un ser querido, el duelo con ocasión de la pérdida de un trabajo; hoy Jesús te dice de manera autoritativa y con poder: “levántate, no te quedes postrado en la vida, no te quedes lamentándote de tu destino, no te quedes tirado a la vera del camino de tu existencia”, y luego nos dice: “toma tu camilla, aquello que ha sido tu supuesta seguridad y soporte humano, y echa andar, has seguimiento mío, sigue el camino de tu vida”. Si algo he comprobado en mis años de sacerdocio, son las grandes parálisis que muchos hombres y mujeres manejan, sobre todo parálisis interiores, un ejemplo claro de ellas están, las parálisis generadas por los miedos: miedo a vivir, miedo al futuro, miedo a equivocarme, miedo a fracasar. Otras personas en sentido distinto, experimentan parálisis por resentimientos, por dolores no asumidos en su vida, que les lleva a no intentar nuevos proyectos de matrimonio, de familia, de empresa, un nuevo proyecto de vida, esto es a levantarse y seguir con el proyecto de Dios en su existencia. No dejes que las leyes de los hombres, en el caso del evangelio de hoy, una ley ritual absurda el descanso en sábado, no dejes que las voces humanas impidan que tú te levantes y que tú salgas adelante; siempre encontrarás la voz de Dios que te dice, es posible avanzar en la vida y siempre encontrarás voces humanas que te invitaran quizás en nombre de la prudencia a quedarte quieto, y a no avanzar en el crecimiento humano, personal y espiritual; confía en Dios. Al final del Evangelio encontramos una expresión que nos pone a pensar, después de que el paralítico sanado, se ha perdido de la vista de Jesús, pero pasado un tiempo, pensamos unas horas, se encuentra con él en el templo, Jesús le dirige una segunda palabra, ya no para sanarlo físicamente, sino para sanarlo espiritualmente, en efecto afirmará: “Mira, has quedado sano, no peques más, no sea que te ocurra algo peor”. Hoy, a partir de esta promesa evangélica de Jesús, no peques más para que te vaya bien en la vida y no te ocurra algo peor, descubramos que Él, Jesús, el Salvador, el Señor de mi vida, me invita y me exhorta no solamente a creer que Él puede sanarme de manera material y física, sino que puede alcanzar la mayor sanación, la más importante en mi vida: sanar de mis yerros, sanar de mis equivocaciones, sanar de mis decisiones equivocadas, sanar de mi pecado, sanar de mis engaños, sanar de creerme dueño de mi vida, un pequeño dios que puede dirigir su existencia, su historia a su antojo; reconocer con humildad que en Jesús hay palabras de vida eterna y que si dejamos la esclavitud y el engaño del pecado, no ocurrirán males en nuestra vida y por el contrario vendrán abundantes bendiciones. Tú decides de qué lado te quedas, del lado de los fariseos y de los judíos que perseguían a Jesús porque sanaba en sábado, como termina el texto del evangelio de hoy, o quedarte ya no del lado de aquellos que vivían del cumplimiento y en sus engaños o pasar al lado del paralítico que creyendo en Jesús fue sanado primero en su cuerpo y luego sanado en su corazón. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
dc.description.abstractREFERENCIA BIBLICA DEL EVANGELIO Juan 5, 1-3a. 5-16 Lectura del día de hoy Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-9.12): En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor. De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar. Me hizo salir por el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho. El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado. Entonces me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?», Después me condujo por la ribera del torrente. Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal, Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente. En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales». Palabra de Dios Salmo del día de hoy Salmo (46) 45,2-3.5-6.8-9 R/. El Señor del Universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob V/. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. R/. R/. El Señor del Universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob V/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. R/. R/. El Señor del Universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob V/. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Vengan a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra. R/. R/. El Señor del Universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob Evangelio del día de hoy Lectura del santo evangelio según san Juan (5,1-3a. 5-16): Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que se llama en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». Él les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?». Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor». Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús
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dc.subjectEvangelio
dc.subjectBiblia
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dc.subjectAmor
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