¡Bienaventurados!
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Lucas 6, 20-26
Lectura del día de hoy
1Co 7, 25-31: ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer.
Hermanos:
Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy por la misericordia del Señor.
Estimo que es un bien, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.
¿Estás libre? No busques mujer; aunque si te casas, no haces mal, y si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos tales sufrirán la tribulación en su carne. Yo respeto vuestras razones.
Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Salmo del día de hoy
Salmo (45)44, 11-12.14-15.16-17:
Escucha, hija, mira: inclina el oído.
Escucha, hija, mira: inclina el oído.
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu Señor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes;
la siguen sus compañeras.
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.
Evangelio del día de hoy
Lc 6, 20-26:
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando es odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero,
¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.
Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
Description
TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
La primera lectura tomada del apóstol san Pablo a la comunidad de Corintos, en donde el apóstol habla como hombre célibe, en el fondo reconoce que su capacidad de vivir la virginidad y el celibato, es simplemente una obra de la misericordia de Dios, y que no se puede ser fiel a un amor más alto, el más grande de todos, el amor virgen o celibatario, no se puede ser fiel a este mandato, sino por un don extraordinario de Dios. Pero a renglón seguido el apóstol Pablo reflexiona: “Estás unido a una mujer, no busques divorciarte, pero si estás libre de mujer, no necesariamente tienes que casarte, aunque si te casas no cometes ningún pecado, pero ten en cuenta que mientras estés casado, sufrirás la tribulación de la carne, y yo quiero ahorrártela”.
En el fondo, el apóstol Pablo sin descalificar la vida matrimonial o conyugal, reconoce la libertad gloriosa concretamente frente a la concupiscencia de la carne, cuando un hombre es capaz de llevar una vida célibe, una mujer una vida virginal en fidelidad a Dios y todo como un regalo, un don, una gracia especial del cielo. Jesús nos invita de alguna manera a entender esta realidad, a partir del evangelio de hoy, cuando Lucas nos presenta las bienaventuranzas y las malaventuranzas. Si en Mateo son ocho bienaventuranzas, aunque algunos dicen que la última es doble por lo que podrían ser nueve, Lucas, ya no en la montaña, sino en la llanura, nos presenta cuatro bienaventuranzas y de manera antitética nos presenta lo opuesto, las cuatro malaventuranzas.
Jesús, en efecto, llamará en el sermón de la llanura en Lucas: “Bienaventurados a los pobres, los hambrientos, los que lloran, los que son insultados, odiados y perseguidos”; y por el contrario, de manera antitética llamará: “Malaventurados, desdichados, ya no al pobre, sino al rico, ya no al hambriento, sino al satisfecho, al saciado, al harto, no al que llora, sino al que ríe, no al perseguido, el odiado o al insultado, sino al aplaudido y al que todos hablan bien de él”. Cómo entender un evangelio que nos parece tan paradójico, cómo llevar una vida que es contraria a los ideales del mundo, esto sólo se puede entender desde la fe, porque de manera contraria no somos capaces de asumirlo.
Hoy descubramos en ese paralelismo de antítesis: pobre, rico, hambriento, satisfecho, lloroso, riéndose, perseguido, alabado, descubramos que es la actitud del corazón humano la que el Señor llama bienaventuranza, porque en el fondo, la pobreza, el hambre, el sufrimiento, la persecución, nos llevan a ser pequeños interiormente y, por tanto, sólo y totalmente confiados en Dios. Por el contrario, la riqueza material, la hartura, supuestamente las risas del mundo, las alabanzas de los hombres, nos llevan a un corazón engreído, arrogante, autosuficiente que se olvida de Dios, y allí están los famosos “ayes”, reclamos, malaventuranzas, desdichas para el hombre. Esto lo repetimos, no es fácil de comprender, descubrimos dos claros evangelios: el del mundo que habla de la riqueza, la hartura, el aplauso y la alabanza humana, las alegrías en el mundo, y hablamos del evangelio en Cristo, que nos habla de la entrega, de la búsqueda de la justicia, de la búsqueda del servicio y el bien a los demás, lo que nos puede generar problemas, pobrezas, persecuciones, sufrimientos, hambres, en fin, desventuras.
Pero más allá de todo esto, como señalan algunos autores: “El Señor nos invita a no quedarnos en el momento presente y a descubrir que, si hay miseria actual, hay pobreza actual, hay sufrimiento actual, hay persecución actual; hay esperanza, hay bendición, hay gracia de Dios, porque el Señor no abandona a sus pequeños, no abandona al que sufre cuando clama a Él”.
En segundo término, reconocemos que Dios quiere restablecer una alianza eterna de justicia y que no hayan esas diferencias abismales entre pobres y ricos, hambrientos y satisfechos, sufrientes y los que se alegran, perseguidos y alabados; que esta circunstancia se da, es por el orden de los hombres donde nos explotamos, nos tiranizamos unos frente a otros, o como decía el pensador Thomas Hobbes: Homo homini lupus est, el hombre es lobo para el hombre. Dios quiere establecer un reino y una alianza de justicia y de amor, donde estas brechas inmensas no se den.
Pero podríamos agregar una tercera enseñanza y final, y es que, acogiendo la voluntad divina sin desesperarnos, por más que haya sufrimientos pasajeros, al final la obra de Dios no deja de realizarse, y como dice también el texto bíblico muy citado por los refranes de los abuelos: “Dios escribe derecho y escribe historia de salvación en renglones torcidos”, los renglones de injusticia, de cizaña, de intriga, de trampa que hay en los seres humanos. Créeme, ya no estoy tan joven, acercándome a los 31 años de vida sacerdotal y te lo digo con conocimiento de causa, el malvado por más que aparentemente triunfe, al final termina enredado en su propia telaraña de mentiras, de intrigas, de codicias, de calumnias, de cizaña. Y, por el contrario, el hombre justo, aunque parezca abandonado de los hombres y del mundo, al final siempre es exaltado, levantado amorosamente por las manos providentes del buen Dios.
Aunque de momento te desanimes por las guerras y las injusticias que son obra puramente humana y no de Dios, al final, al final verás la bendición, la bienaventuranza de Dios y descubrirás que ese sufrimiento por la pobreza, el hambre, las lágrimas, la persecución, te hizo una persona más madura, más paciente, más humilde, más fuerte, pero sobre todo más profundamente confiada en Dios.
Que el Señor te bendiga en abundancia en este día y te permita entender esta sabiduría tan alta del evangelio, aunque nos parezca contradictoria. Y te bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.