¡No teman, esten firmes, verán la victoria!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 12, 38-42 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: Éx 14,5-18: Sabrán que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón. En aquellos días, comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el Faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo y se dijeron: ¿Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas. Hizo preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales. El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos salían triunfantes. Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fehirot, frente a Baal Safón. Se acercaba el Faraón, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos y muertos de miedo gritaron al Señor. Y dijeron a Moisés: -¿No había sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto; ¿qué es lo que nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto? «Déjanos en paz y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto.» Moisés respondió al pueblo: -No tengáis miedo; estad firmes y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio. El Señor dijo a Moisés: -¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que os persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de los guerreros. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo de Hoy: Salmo Éx 15, 1-2.3-4.5-6 (R. 1a) Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado al mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. El es mi Dios: yo le alabaré, el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 12, 38-42: Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará. En aquel tiempo, un grupo de letrados y fariseos dijeron a Jesús: – Maestro, queremos ver un milagro tuyo. El les contestó: – Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del Hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES ¡No teman, estén firmes, verán la victoria! La historia de salvación cristiana no se entiende sin la historia de salvación judía, en donde el cristianismo hunde sus raíces y que está narrada esencialmente en los Libros del Antiguo Testamento. Y la historia de salvación judía no se entiende sin este capítulo 14 del Libro del Éxodo, cuando, después de que Dios ha enviado las diez plagas que no fueron siete, sino diez a Egipto, el pueblo de Israel puede marchar claramente hacia la libertad. Sin embargo, en el último momento, el faraón egipcio, adolorido por la muerte de todos los primogénitos en Egipto, decide ir a la caza de los israelitas, no dejarlos escapar, no quedarse sin esclavos. Nos dirá el texto: “Que hizo preparar carros de guerra 600 en total, con sus correspondientes oficiales, con todas sus tropas, y se empecinó, se obstinó el faraón en perseguir a los hijos de Israel. Los caballos, los carros del faraón, los jinetes, el ejército, casi dan alcance al pueblo de Dios, y ellos, un pueblo empobrecido, harapiento, buscando solamente su libertad se sienten sobrecogidos cuando, al descubrir al tiro de la simple vista que a distancia venía el poderoso ejército de Egipto a recapturarlos y a llevarlos de nuevo a la esclavitud, ellos murmuran y desconfían de Moisés y de Dios”. Y le dirán, en efecto, llenos de espantos, llenos de espanto ¿no había acaso sepulcros en Egipto para que nos hayas traído Moisés a morir en el desierto?, ¿qué nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿Acaso no te decíamos déjanos en paz, y aun como esclavos serviremos a los egipcios, pues nos vale más servir como esclavos a Egipto que morir en el desierto? Pero Moisés habla a su pueblo en nombre de Dios, y les dice: “No teman, estén firmes y verán la victoria que el Señor hoy les va a conceder”. Esta expresión: “No teman, estén firmes, que verán la victoria de Dios”, cuántos de nosotros la hemos visto actualizada en muchas circunstancias, peligros, pruebas y adversidades en nuestra vida, cuando hemos reconocido y mirado de manera palpable la mano providente, protectora, salvadora de Dios en nuestra vida. De hecho, dirá Moisés a su pueblo: “Esos egipcios, ese ejército que ahora alcanzan a ver a la distancia de sus ojos, no lo volverán a ver jamás”. Y lanza una promesa a su pueblo: “El Señor peleará por ustedes, ustedes esperen tranquilos”. ¡Qué impresionante promesa, qué fe inmensa la de Moisés! Y cómo el Señor le dice a Moisés y a su pueblo: “Yo haré que los egipcios se obstinen y vayan detrás de ustedes, pero me cubriré, me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes, y así sabrá el ejército egipcio que Yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón y de sus carros y jinetes”. Todos conocemos el final de la historia, que, aunque no lo leemos en este capítulo 14 del Libro de Éxodo, sabemos que el mar que en principio se había abierto muralla a derecha, a izquierda, para que, a pie desnudo, a pie descalzo pasara el pueblo hebreo, ahora se junta y todos los jinetes, tropas, soldados y carros de guerra mueren ahogados en el mar, ni uno solo se salvó. Con razón en el salmo decimos uniéndonos al pueblo de Dios en su momento: “Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria. Caballos y carros ha arrojado en el mar, mi fuerza y mi poder es el Señor. Él fue mi salvación, Él es mi Dios, yo lo alabaré, El Dios de mis padres, yo lo ensalzaré. El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Los carros del faraón los lanzó al mar, ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes. Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu derecha, Señor, es magnífica en poder. Tu derecha, Señor, tritura al enemigo”. Una historia que es definitiva en toda la historia de Israel, como pueblo, como nación que se constituye al amparo y la protección de Dios, por lo menos en el Antiguo Testamento, que luego sabremos en el Nuevo Pacto, Nuevo Testamento que el pueblo de Israel no reconoce a Jesús como su Mesías, y es ahí cuando Jesús ya deja su elección única por el pueblo de Israel y construye el nuevo pueblo de Dios que es la Iglesia, nosotros que somos los predilectos del Señor. Pero pasemos brevemente al evangelio de san Mateo, donde algunos fariseos y escribas tercamente, podríamos decir ciegamente, le piden a Jesús “que les muestre milagros para creer en Él”. Jesús, dolido por su dureza de corazón, calificará a esa generación como “perversa y adúltera”, y recordando la imagen de Jonás les dirá: “Que no se les dará más signos, más milagros que la predicación de Jonás para la ciudad de Nínive, que los llevó a arrepentirse de sus pecados y a que la misma no fuera destruida”. Y dicen: “Ese signo de Jonás, que estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, del cetáceo, tiene que ser un signo para la generación de Jesús”. Igualmente hablará “de la reina del sur, (probablemente una colonia judía en África), donde ella acude a Jerusalén en peregrinación para conocer la sabiduría de Salomón, y le bastó ver las riquezas del reino de Salomón y su sabiduría para creer en el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. Y estos dos signos, el del profeta Jonás y el de la reina del sur, que va a Jerusalén, deben bastarle a los fariseos y escribas para creer en Jesús y no pedir más milagros en la vida”. Hoy concluyamos diciendo en momentos de prueba, en momentos de turbación, cuando vemos faraones o poderes del mal sobre nuestra vida, peligros, pruebas y amenazas, recuerda las palabras de Dios a su pueblo, hoy, el nuevo pueblo de Dios, nosotros, la Iglesia, que nos dice en labios de Moisés: “No teman, estén firmes, verán la victoria de Dios sobre el faraón, verán la victoria de Dios sobre los poderes del mal en esta tierra”. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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