¡La clave para sufrir menos y vivir mejor!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Marcos 12, 28b-34 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: Os 14,2-10: No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. Así dice el Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: «Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano.» Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos.» ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos. Palabra de Dios. Te alabamos Señor Salmo de Hoy: Salmo 81(80), 6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17: Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.» Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 12, 28b-34: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás. En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: – «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: – «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: – «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: – «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES El profeta Oseas, hablando en nombre del Señor, clama a su pueblo: “Vuelve Israel a Dios, has caído por tu falta, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya nuestro Dios a la obra de nuestras manos. Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de mi pueblo, seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio mi pueblo, echará sus raíces como los cedros del Líbano. Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo y su perfume como el de los árboles del Líbano. ¿Quién será el sabio que comprende estas cosas?, ¿el inteligente que las conozca?, porque los caminos de Dios son rectos, y los hombres justos los transitan, pero los traidores tropezarán y caerán en ellos”. Hermoso texto este del profeta Oseas, casi nos habla de manera poética invitando al pueblo de Israel (y nosotros como iglesia somos el nuevo Israel) a volver a Dios y a darle a Él el primer lugar. Con razón también en el salmo que hoy la liturgia de la Iglesia nos propone, se nos invita a reconocer: “Que cuando el triste clama en medio de sus aflicciones, Dios lo escucha y lo libra, le responde oculto entre los truenos en medio de la naturaleza”. Pero le exhorta: “No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero, Yo soy el Señor, Dios tuyo, que te liberé de la opresión en Egipto, ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino, lo alimentaría con flor de harina, los saciaría con miel silvestre”. Este precioso salmo, nos introduce en el mensaje central de hoy que trae el evangelista Marcos, capítulo 12, cuando un escriba se acerca a Jesús y le pregunta ¿cuál es el mandamiento más grande de todos? El le dirá: “Amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo”. Aprendamos tres lecciones para nuestra vida y de entrada te diré, que encontramos en este evangelio el gran secreto de la vida para sufrir menos, vivir mejor, con más paz, con más libertad. Primera gran enseñanza práctica para nuestra vida. Muchos sufrimientos nuestros se dan hoy porque le hemos dado el lugar de Dios a quien no es Dios. Cuando tu cuerpo, tu salud, tu belleza corporal, tu prestigio o reputación, tu empresa, trabajo o emprendimiento, tus amigos o familia, cuando estas seguridades humanas ocupan el primer lugar en tu corazón y por una circunstancia sobre la cual tú no tienes control, tu cuerpo ya no es bello, tu salud no te acompaña, tu reputación se ha venido a menos, la empresa está en quiebra, tus amigos se ausentan, tus familiares van muriendo. Cuando sientes que estas seguridades fallan, sientes que la vida se derrumba, que todo se viene abajo. Hoy piensa en los sufrimientos actuales de tu vida y muy probablemente muchos de ellos se dan con ocasión que le has dado el primer lugar en tu corazón, el primer lugar en tu vida a realidades humanas, a circunstancias terrenales, a personas que van y vienen, y no puedes hacer depender tu seguridad existencial, tu paz interior y tu plenitud de vida, de tu salud que hoy es y mañana no es, de la reputación que puede cambiar, de la belleza corporal, de si está bien la empresa, de si tienes dinero o no, de si tu familia está amorosa o ha cambiado, si tus amigos están cercanos o te han traicionado. No le des el primer lugar a ninguna realidad del mundo que va y viene, que es cambiante, caduca, engañosa. Pero te presento una segunda enseñanza conclusiva de todas las lecturas de hoy. Y es que el primer amor a Dios, darle el primer lugar en tu corazón a Dios que no falla, no se ausenta, no se acaba, no traiciona, no se muere. Cuando le das el primer lugar en tu corazón a Dios, estás construyendo una fuente de paz, una fuente de seguridad existencial, un hontanar de alegría, de fortaleza y de esperanza cierta, porque Dios es el Dios del siempre y el nunca: “Siempre te acompañare, nunca te abandonaré”. Este es un salto cualitativo que es muy sutil, porque mucha gente dice de labios para afuera que Dios ocupa el primer lugar en su corazón, pero su gran afán es hacer dinero, cuidar su familia, mejorar su casa, tener para el viaje de vacaciones, atender a su salud, y entonces lo de Dios, en primer lugar, es mera teoría, palabras que se lleva el viento, pero no una realidad. Te repito que cuando hay ese salto cualitativo, sincero, real, verdadero y tú dices, Dios ocupa el primer lugar en mi corazón dirás: ¿yo de qué me preocupo si es mi Padre, mi creador, mi Hacedor, mi todo, la fuerza de mi vida, quien me sostiene, en quien esta afincada, enraizada o sostenida mi existencia?, ¿por qué voy a tener miedo?, ¿por qué me voy a angustiar? Voy a dejar de preocuparme, voy a dejar de sufrir, voy a vivir mejor. Practícalo y créeme que a todos nos pasa, no tenemos control sobre todas las variables de nuestra vida: esperábamos no enfermarnos y nos enfermamos, esperábamos que esta persona tan querida no se muriera y se murió, esperábamos que las ventas de la empresa mejoraran y no mejoraron, esperabas que no te ibas a divorciar y te divorciaste. No tienes el control de todas las variables de tu vida, pero sí te afincas, si te fundas, te construyes sólo en Dios, Él siempre permanece, Él nunca falla, Él no se ausenta, Él no se muere, Él siempre te ama y si eso lo vives de verdad ¡cuánta paz, ¡cuánta alegría y cuánta esperanza! Terminemos con una tercera enseñanza, y es que la gran revolución de Jesús y nos lo presenta en este evangelio, es equiparar, es unir el amor primero a Dios con el amor concreto al próximo, al prójimo, al cercano. Es que no hay verdadero amor a Dios sin amor al prójimo, lo contrario es una fe cristiana falseada, aparente, de nombre, pero no es real. Cuando el escriba le dice: “Que entiende muy bien que amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento, con todo el ser y amar al prójimo como a sí mismo vale más que cualquier holocausto o sacrificio ritual de animales”. Jesús le responde al escriba (experto en la ley): “Has hablado sensatamente, no estás lejos, no estás lejos del Reino de Dios”. Hoy, dale ese primer lugar al Señor, no son celotipias de Él, no son controles excesivos del Señor, sino que es un camino de seguridad existencial. Coloca a Dios en primer lugar y tendrás la libertad, la madurez y la paz para amar a tu prójimo, tu esposa, tu esposo, tus hijos, tu familia, sin que te afecten las contingencias o cambios humanos, porque tu fuerza existencial está solo en Dios. Ese fue el secreto de los santos, eso los llevó a librar mil batallas y a salir siempre adelante. Aprende esta clave y vivirás mejor, sufrirás menos en tu vida. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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