¡Para Dios nada hay imposible!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 1, 26-38 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: Is 7, 10-14: Mirad: la Virgen está encinta. En aquellos días, el Señor habló a Acaz: - «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: - «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Palabra del Señor. Te alabamos Señor Salmo de hoy: Sal 24(23), 1-2.3-4ab.5-6: Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo. En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Avanzamos en las llamadas ferias privilegiadas del Adviento, que nos preparan y disponen el corazón, para vivir profundamente el misterio de la próxima Navidad, Natividad del Niño Jesús en nuestro corazón, en el seno de nuestras familias y para el mundo entero. Tal vez el más clásico texto mariano que nos traen los evangelistas y concretamente san Lucas, es el que hoy nos presenta la liturgia de la Iglesia, en el capítulo 1, versículos 26 y siguientes, de san Lucas. Pero más allá del saludo del ángel a María, que la reconoce como la llena de Dios y por tanto, pletórica de alegría, más allá de la turbación de María ante el saludo del ángel, más allá de recibir la misión de Madre de Jesús, ¡Hijo del Altísimo!, María pide una aclaración al ángel, ¿cómo se realizará la misión de su maternidad, puesto que no ha conocido a lo largo de su vida varón alguno? La respuesta no puede ser más impresionante, el ángel señala a su parienta santa Isabel, “Aquella estéril que ya tiene seis meses de embarazo”, y añade a renglón seguido: “Porque para Dios nada hay imposible, si fue posible la preñez de una estéril, también puede ser posible el embarazo de una doncella virgen, que no ha conocido varón alguno”. Y podríamos agregar, puede ser posible cualquier bendición, cualquier cambio, transformación radical en nuestra vida, aunque desde lo humano no tengamos razones, argumentos o esperanzas para creer que vienen cambios profundos y beneficiosos para nuestra vida, la de la familia, la de nuestra sociedad o país. Pero quizás, lo que más sorprende de la Virgen Santísima es su consentimiento en la fe; sin ninguna seguridad humana, sin ninguna certeza en lo material, sin ninguna razón lógica, y nuestro mundo es muy dado a buscar la racionalidad a todo, la Virgen da su consentimiento en fe, más explícito no puede ser: “He aquí la esclava del Señor, he aquí la sierva de Dios, hágase, realícese, cúmplase en mi vida, según la palabra del ángel del mensajero de Dios”. Hoy se nos pide a ejemplo de María, decirle sí a Dios en esta próxima Navidad, dejarlo entrar en la vida personal, llenarnos de la paz y la esperanza que Él nos da, transformarnos interiormente que es quizás la más importante renovación del mundo, no tanto en comprar y adquirir cosas exteriores, sino en renovarnos y transformarnos interiormente. Hoy te presento tres condiciones necesarias para decirle sí a Dios, aunque en lo humano muchas cosas no las comprendas, es más, te parezcan contradictorias. La primera condición para tener ese consentimiento en la fe que tuvo María y al cual somos invitados todos, es tener humildad de corazón, vaciamiento interior. Un hombre o una mujer que confían demasiado en sí mismos, en sus criterios, en sus capacidades, en su inteligencia, no dejan lugar en el corazón, para la aventura y el don de la fe en la vida, que a veces tiene muy poco de racionalidad, y es más, la Biblia nos señala que Dios escribe historia de salvación, escribe derecho en renglones torcidos, por los caminos menos imaginados, por senderos inescrutables, insondables, Dios va conduciendo nuestra vida, siempre buscando nuestro bien, la realización y el camino de la felicidad personal, aunque ello implique cruz de momento. Pero hay una segunda condición para decir sí a Dios en esta próxima Navidad como María, es la confianza absoluta en el Señor, una confianza que surge de analizar nuestra vida personal y darnos cuenta, que, a partir de muchas circunstancias y situaciones, quien siempre ha estado con nosotros, quien nunca nos ha abandonado, quien siempre nos ha levantado cuando estamos caídos, es el amor omnipotente y misericordioso de Dios. ¿Por qué entonces ahora dudar?, ¿por qué la desconfianza?, ¿por qué desesperarnos? La confianza entiéndase, la fe en el Señor, es un don que hay que pedir cada día y de manera especial en esta próxima Navidad, dile al Señor, que aumente la confianza de saberme sostenido, de saberme guiado por tu mano bondadosa. Finalmente, en un tercer aspecto y final, María dice sí al mensajero de Dios, al arcángel san Gabriel, porque se experimenta profundamente amada por Dios; es un amor incondicional, un amor que no tiene ocaso, no tiene atardecer, no mengua, no disminuye con el paso del tiempo, como si mengua la intensidad del sol con el paso de las horas de la tarde. El amor nos lleva a saber que el amado sólo quiere, o mejor, que el amante solo quiere para nuestra vida lo mejor y que nosotros, que somos sus hijas e hijos muy amados, sólo tiene bendiciones para darnos. Con razón, dirá Isabel a María: “Bienaventurada tu María, porque has creído lo que el Señor te ha prometido”. Hoy se nos dice bienaventurados, dichosos, felices, si creemos verdaderamente en las bendiciones y en las promesas fundadas en el amor de Dios por ti y por mí, no es un amor en abstracto, es un amor personal, es un amor que repetimos, no mengua, un amor que permanece más allá de nuestra fidelidad o infidelidad, Dios permanece fiel y no deja de querernos; de este amor inquebrantable brota, la profunda confianza de María y el decirle sí en su vida al plan de Dios a través del arcángel. Hoy Señor, te pedimos para el mundo entero, para nuestro país, para nuestras familias y para nosotros mismos, danos decirle sí a Dios en cada circunstancia de la vida, discernir, clarificar, comprender su voluntad sobre nosotros y realizarla como María diciendo: ¡He aquí el siervo del Señor, hágase en nuestra vida, en la vida de todos, según la palabra de Dios! Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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