¡Prepárate para la Navidad: Fiesta de la vida, la familia y la salvación!
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Mateo 17, 10-13
Lecturas del día de hoy:
Primera Lectura: del libro de Sirácida 48, 1-4.9-11
Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego.
¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria?
Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo.
Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel.
Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Salmo del día de hoy:
Salmo (80)
Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste, no nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Evangelio del día de hoy
Del santo Evangelio según san Mateo 17,10-13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús:
– «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó:
– «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
Podemos decir que esta próxima Navidad es una triple fiesta: la fiesta de la vida, uno, la fiesta de la familia, dos, la fiesta de la salvación, tres.
Necesitamos disponer el corazón, para que esta celebración sea verdaderamente eso, celebración en el corazón, en la vida personal, uno.
Fiesta de la vida. Reconocemos que celebramos un recién nacido, que no llega solamente a la familia de Nazareth, sino a la humanidad entera; descubrimos que el más grande regalo que Dios da al hombre es la vida, y el más grande regalo que el hombre da a Dios es vivir bien, en rectitud y en esperanza y amor su propia vida. Hoy sin embargo reconocemos, que hay infelicidad, guerra e injusticia, que a los hombres les falta alegría de corazón, que a veces tenemos relaciones de pareja y de familia, sin amor y sin paz, que a veces tenemos relaciones laborales y humanas, de tedio y de rutina.
Reconoce hoy que la vida es una sola, que el tiempo pasa inexorablemente, que estamos llamados a vivir el hoy de la vida con pasión, con intensidad, con fuego, dejando atrás la tibieza, la mediocridad, la falta de conciencia y de luz, para asumir nuestra vida como debe de ser. La vida es simplemente un camino, que se anda confiando en Dios, dejando atrás los miedos, asumiendo cada meta de la existencia con ilusión y esperanza, creyendo que el futuro, el mañana, puede ser mejor; vivir con amor, vivir con entrega, vivir donándonos nosotros mismos, es la gran meta, la gran razón de la existencia.
Pero hay un segundo motivo para reconocer en la Navidad, la fiesta ya no de la vida, sino de la familia. Es que como habíamos dicho al comenzar esta reflexión, no se entiende el nacimiento de un niño sin una mamá y un papá, sin una familia. Por eso la Navidad se celebra en familia, no con los extraños o no con amigos de ocasión, es que después de la vida personal, la familia es el regalo más grande que Dios nos ha dado. Reconocemos que los grandes valores de la existencia, principios rectores que nos van a fortalecer y a iluminar en distintos desafíos de la vida, se aprenden en familia. Estos grandes valores son, por ejemplo: el amor, el respeto, la oración y el sentido de trascendencia, la honestidad en el trabajo, el servicio a los demás, la responsabilidad frente a los compromisos, el compartir y el dialogar en pareja y familia, el perdonar las ofensas.
También decimos, que, si en la casa aprendemos todo lo bueno de la vida, quizás en la calle aprendemos lo malo, lo oscuro y lo torcido, cuando hay mentira, astucia, manipulación de uno por otro. En esta próxima Navidad, aprovecha el tiempo para renovar tu familia, para sanar las heridas de tu corazón, para alimentar el hogar en el amor.
Finalmente, en un tercer sentido de la fiesta de Navidad, hablamos de la fiesta de la salvación.
Hoy reconocemos, que nuestra mayor ceguera como lo decíamos ayer es no sabernos ciegos, nuestra mayor esclavitud es no reconocernos esclavos, nuestro mayor pecado es no descubrirnos necesitados de salvación. Es que Dios, en la pobreza de un recién nacido, desechado por los hombres, acogido por los animales y al final de su vida muerto en una cruz, Dios viene a salvarnos, viene a sanarte de tus heridas, viene a rescatarte de tus esclavitudes, viene a liberarte de tus cadenas interiores; pero no buscaremos a ese recién nacido salvador de nuestra alma interior, si primero no te descubres esclavo y atado por tantas cadenas del mundo.
Hoy, que el Señor, en esta lógica maravillosa de manifestarse desde la pequeñez de un bebé, Él nos permita disponer el corazón para que más allá del bullicio, la pólvora, el licor, las compras, la música, recibamos lo más grande que podemos recibir en esta Navidad, al Niño Jesús como Salvador en nuestro corazón.
Que el Señor te bendiga abundantemente, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.