¡Benditos abuelos!

Abstract

REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 13,16-17 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: del libro del Eclesiástico 44, 1.10-15: Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados. Fueron hombres de bien, su esperanza no se acabó; sus bienes perduran en su descendencia, su heredad pasó de hijos a nietos. Sus hijos siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos. Su recuerdo dura por siempre, su caridad no se olvidará. Sepultados sus cuerpos en paz, vive su fama por generaciones; el pueblo cuenta su sabiduría, la asamblea pregona su alabanza. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo de Hoy: Salmo 132(131), 11.13-14.17-18 El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: A uno de tu linaje pondré sobre tu trono. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: Esta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 16-17: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES ¡Benditos abuelos! La memoria litúrgica de los santos Joaquín y Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos maternos del Niño Jesús, encontrémonos con la sabiduría de las lecturas de hoy y hagamos un elogio de aquellos hombres ilustres, que fueron nuestros padres y abuelos. “Ellos fueron misericordiosos y sus obras no se han olvidado, se perpetúan en sus descendientes, y éstos son la rica herencia que han dejado, sus hijos siguen fieles a la alianza y sus nietos también, gracias a ellos. Su gloria jamás se extinguirá, sus cuerpos fueron sepultados en paz y su nombre durará eternamente”, nos dice el Libro sapiencial del Eclesiástico, que nos invita a reconocer, la gran sabiduría que hay en nuestros viejos. Pero apartándonos un poco de las lecturas, hoy hagamos una reflexión, sobre aquellos hombres y mujeres, nuestros abuelos, que han sido fundamentales en nuestras familias, y aprendamos tres lecciones para nuestra vida. La primera, los abuelos son fuente de sabiduría, de la cual hay que aprender todos los días. Recordamos de ellos el viejo aforismo: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Y a veces cuando estamos en la juventud o aun hemos recibido un poco de conocimiento técnico, científico en una universidad, creemos con necedad, sabérnoslas todas en la vida, olvidando que nuestros viejos, nuestros abuelos, se han formado en la escuela, en la universidad de la vida, y que ellos conocen como nadie la condición humana, la perennidad de Dios, la contingencia de cualquier situación del mundo, y que solo somos sabios cuando nos apoyamos, nos confiamos, nos sostenemos en aquel que nunca pasa, Dios del cielo. Pero en una segunda lección aprendemos de los queridos abuelos, que ellos son una riqueza inagotable de testimonio, de fidelidad a Dios, de piedad religiosa, de fe inquebrantable en medio de las pruebas. Hoy, a diferencia de generaciones anteriores nos cuesta creer, porque el racionalismo, alguna forma científica y positivista de ver la vida y cierta prepotencia de tener un poco de conocimiento, de tecnología y de bienes materiales, nos llevan a cerrar el corazón; y nuestros abuelos quizás, sin títulos universitarios, con un origen campesino y sencillo, fueron manantiales de fe, hontanares donde más allá de cualquier adversidad humana, siempre se confiaron en Dios, siempre creyeron en el ser superior que los amaba y que nunca los iba a abandonar. Hoy escucha las historias de tus abuelos antes de que mueran, escucha como ellos siempre superaron dificultades y sufrimientos a fuerza de fe y esperanza en el Señor. Hoy, nuestro mundo y nuestras nuevas generaciones, más allá de cierta actitud de que, “yo me las sé todas en la vida”, somos una verdadera generación de cristal, quebradizos ante cualquier adversidad, y frágiles, derrumbados frente a lo que no somos capaces de manejar o frente a lo que no tenemos control. Lo único que buscamos es el psiquiatra para que nos recete la pastillita para calmar la ansiedad o la depresión, o conciliar el sueño o la terapia psicológica para que nos den un poco de fuerza interior. La fiebre no está en las sábanas, la fiebre está en el enfermo. Cuando tengas momentos de depresión, de ansiedad, de angustia, de pruebas; primero reconoce con verdad que no podemos ser autosuficientes, y segundo, descubre, en la fragilidad aparente de tus abuelos, la fe profunda que los hizo fuertes en toda adversidad, porque siempre supieron confiarse en Dios. Terminamos con una tercera enseñanza frente a nuestros queridos abuelos, a quienes les rendimos homenaje en este día, y reconocemos que ellos son la raíz de las familias, la raíz de los afectos y que las casas de los abuelos son puntos de encuentro de las familias, donde los hijos, los sobrinos, los nietos, los primos se encuentran, se conocen y reconocen en los vínculos familiares. Hoy, cuando muchas veces descuidamos a los abuelos, los marginamos o los excluimos de las familias enviándolos a hogares geriátricos porque nos parecen que ya no son útiles, cuando de alguna manera despreciamos su sabiduría y les decimos, “fue en tu época abuela, eso pasó de moda”. Hoy, en la fiesta de san Joaquín y santa Ana, es un buen día para valorar, agradecer y escuchar la sabiduría que a lo largo de sus vidas acumularon nuestros viejos, que ojalá, ellos no mueran sin haber comunicado antes, tanta fe, tanto amor, tanta sabiduría, tantos aprendizajes en su vida a sus hijos y nietos. Que el Señor nos bendiga abundantemente en este día y a nuestros abuelos. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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