¡Falsos dioses de hoy!
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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO
Mateo 13, 31-35
Lecturas del día de Hoy:
Primera Lectura: del libro del Éxodo 32, 15-24. 30-34
En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas del Testimonio en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas. Al oír Josué el griterío del pueblo dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento». Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo». Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, encendido en ira, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua y se lo hizo beber a los hijos de Israel. Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que nos acarrearas tan enorme pecado?». Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: “haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado”. Yo les dije: “Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé; yo lo eché al fuego y salió este becerro”». Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: «Han cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar el pecado de ustedes». Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro que has escrito». Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije: mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado».
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Salmo de Hoy:
Sal 106(105), 19-20.21-22.23 (R. 1a)
Den gracias al Señor porque es bueno.
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba.
Den gracias al Señor porque es bueno.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam, portentos junto al mar Rojo.
Den gracias al Señor porque es bueno.
Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a Él,
para apartar su cólera del exterminio.
Den gracias al Señor porque es bueno.
Por propia iniciativa el Padre nos engendró con la Palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas.
Den gracias al Señor porque es bueno.
Evangelio de Hoy:
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas». Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta». Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del Profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Palabra del Señor». Gloria a ti Señor Jesús.
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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES
¡Falsos dioses de hoy!
El Libro del Éxodo, en el capítulo 32, que hoy se nos presenta como primera lectura litúrgica, nos habla “de la alianza que Dios ha hecho con su pueblo a través de Moisés, dándonos los Diez Mandamientos para tener vida en plenitud”.
Moisés, que bajaba del monte Sinaí, con las dos tablas del testimonio de Dios en la mano, escritas por ambos lados con la escritura de Dios, al llegar, al pie del monte de la montaña santa, oye griterío de su pueblo, pero alcanza a discernir que no se trata de cánticos de victoria, sino cánticos de alabanza; y de alguna manera reconoce, que mientras él pasó un buen tiempo en lo alto del Sinaí, su pueblo se cansó de esperarlo y presionando a Aarón, “pidieron construirles un dios de oro en la figura de un becerro, y danzaban y alababan al becerro de oro”.
Moisés se irrita sobremanera ante esta idolatría, se llena de ira y de celo también por la alianza que había sellado con Dios en el Sinaí, ¡Alianza de amor y de protección!, y reclama a su pueblo, destruye el becerro de oro, lo tritura y disuelto en agua, hace que lo beban los hijos de Israel. Luego reclama a Aarón ¿por qué ha permitido semejante iniquidad?
Y Aarón pide “que no se irrite Moisés y simplemente habla, de que ellos se habían cansado de esperar a Moisés y por eso le habían pedido que les construyera un becerro de oro”.
Moisés reclama a su pueblo: “Han cometido un pecado gravísimo, hacer una figura de oro y tenerla por Dios, endiosar a quien no es Dios, darle el título de Dios a cualquier realidad humana y volverla un ídolo”. Por eso, les dirá: “Que van a ser borrados del libro de la vida; pero luego él recapacita y, intercederá ante Dios, para que no castigue fuertemente a su pueblo”.
De toda esta realidad enunciada en la primera lectura del Libro del Éxodo, reconozcamos más allá de la Alianza a partir de los Diez Mandamientos, de la ira de Moisés y del celo por Dios y por la alianza hecha, la idolatría que no ha sido solamente hace más de 3000 años con el pueblo de Israel, sino que ha sido una constante en la historia de la humanidad.
Hoy te pregunto ¿cuáles ídolos hay en tu vida?, ¿en qué momento reemplazaste al Dios de Jesús, al Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, por nuevas realidades que las has endiosado?
Y podríamos señalar cinco grandes idolatrías, perversiones del corazón humano hoy.
La primera, hemos idolatrado el dinero, que de hecho lo hemos tornado el dios del mundo. Por dinero se vende el cuerpo, por dinero se traicionan amistades, por dinero se delinque, por dinero se roba, por amor al dinero se transan los principios, por amor al dinero se corrompen muchas personas.
Pero una segunda idolatría muy fuerte en el mundo del siglo XXI es el placer efímero, egoísta y superficial de las drogas. No necesariamente la cocaína, la heroína, el fentanilo, sino muchas drogas modernas y sintéticas, el placer efímero, egoísta y superficial del sexo desenfrenado. Hoy, cuántos hombres y mujeres, tienen como el centro y el dios de su vida, vivir del placer, de la comida, de la sexualidad, de la fiesta, de lo efímero, de lo egoísta, de lo que pasa, de lo que en definitiva no llena el corazón humano.
Una tercera realidad de idolatría en el mundo del siglo XXI es endiosar la fama personal, buscar el poder, el dominio y la preeminencia sobre los demás, y pensar, que sintiéndonos un poco más grandes que los otros, vamos a ser felices, que, teniendo un poco de imagen en redes sociales, vamos a alcanzar plenitud de vida, olvidando que la fama es simplemente una triste esclavitud que genera mucho desgaste de la vida y envidias innecesarias.
En una cuarta forma de idolatría, hoy encontramos un culto desmedido al cuerpo, a la belleza exterior: los gimnasios ya no por salud, sino como una verdadera esclavitud, olvidando que este cuerpo con el paso de los años, con una sencilla enfermedad o un accidente termina su vida, y años de esclavitud, de cuidado excesivo, de idolatría y endiosamiento del propio cuerpo y de la belleza corporal, al final descubren que es una falacia y un engaño a la vida.
Finalmente decimos que es idolatría hoy en el siglo XXI, el culto que damos a la tecnología, a la información. Creemos que, teniendo un poco de aparatos electrónicos en nuestro hogar, somos todopoderosos, decimos que quien tiene la información tiene el poder y hoy de alguna manera queremos idolatrar la llamada inteligencia artificial, o inteligencias artificiales, y tal vez no alcanzamos a percibir los desafíos que implica, que ellas pueden superarnos a nosotros y terminar por irse contra nosotros mismos.
Reconozcamos, que la idolatría ha sido de siempre y que el ser humano a lo largo de su historia ha tenido la tentación, de darle el nombre de Dios y el puesto de Dios a quien sencillamente no es Dios, porque no puede salvar para siempre tu vida, no puede darle para siempre plenitud, sentido y felicidad a tu existencia.
Señor, dame la sabiduría, para amarte en primer lugar, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas y saber que solo en ti, Señor, hay palabras de vida eterna.
Que el buen Dios te bendiga en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.