¿Tienes un corazón estéril?

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 13, 1-9 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: Éxodo 16, 1-5. 9-15 El día quince del segundo mes, después de salir de Egipto, toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y el Sinaí. Toda la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: “Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”. Entonces dijo el Señor a Moisés: “Voy a hacer que llueva pan del cielo. Que el pueblo salga a recoger cada día lo que necesita, pues quiero probar si guarda mi ley o no. El día sexto recogerán el doble de lo que suelen recoger cada día y guardarán una parte para el día siguiente”. Moisés le dijo a Aarón: “Di a la comunidad de los israelitas: ‘Vengan ante la presencia del Señor, porque él ha escuchado las quejas de ustedes’ ”. Mientras Aarón hablaba a toda la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor, que aparecía en una nube. El Señor le dijo a Moisés: “He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles de parte mía: ‘Por la tarde comerán carne y por la mañana se hartarán de pan, para que sepan que yo soy el Señor, su Dios’ ”. Aquella misma tarde, una bandada de codornices cubrió el campamento. A la mañana siguiente había en torno a él una capa de rocío que, al evaporarse, dejó el suelo cubierto con una especie de polvo blanco, semejante a la escarcha. Al ver eso, los israelitas se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto?”, pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Este es el pan que el Señor les da por alimento”. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo de Hoy: Sal 78(77), 18-19.23-24.25-26.27-28 (R. 24b) El Señor les dio pan del cielo. Quisieron poner a prueba a Dios pidiéndole comida a su capricho y murmuraban contra él diciendo: ¿Podrá Dios prepararnos un banquete en el desierto”? El Señor les dio pan del cielo. Entonces el Señor mandó a las nubes que abrieran las compuertas de los cielos; hizo llover maná sobre su pueblo, trigo celeste envió como alimento. Así el hombre comió pan de ángeles. Dios le dio de comer en abundancia. El Señor les dio pan del cielo. Hizo soplar desde el cielo el viento Este y dirigió con su fuerza el viento Sur. Hizo llover carne como una polvareda y que llovieran aves como arena del mar. Dios las hizo caer en medio del campamento, en torno a sus tiendas de campaña. El Señor les dio pan del cielo. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. Aleluya. Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 1-9 Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo: “Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”. Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES ¿Tienes un corazón estéril? La primera lectura tomada del Libro de Éxodo, capítulo 16, nos muestra el paso del pueblo de Dios por el desierto. El desierto es el lugar de la sequedad, la soledad, del silencio, podríamos decir, es el lugar de la prueba. El pueblo de Dios aprendió que en el desierto no se sobrevive si no es en comunidad, apoyándose unos a otros y si no es en una total y absoluta confianza en Dios. A veces nuestra vida personal se vuelve tierra estéril y desértica y nos preguntamos y murmuramos ¿dónde está Dios?, ¿nos ha abandonado? Cómo nos pesa la vida personal, la vida conyugal, la vida familiar, la vida laboral, la vida en general. Esto ocurrió a la comunidad de los hijos de Israel cuando murmuraron contra Moisés y Aarón en el desierto, en medio de hambres, penurias, pobreza, pruebas y dirán: “Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos. Pero tú, Moisés, nos has sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad”. El Señor escucha entonces la murmuración de su pueblo, y dirá a Moisés: “Mira, haré llover del cielo pan para ustedes, los pondré a prueba a ver si guardan mi instrucción”. Dios ha oído la murmuración de los hijos de Israel y les dice: “Al atardecer comerán carne, por la mañana se hartarán de pan, para que sepan que Yo, el Señor, soy su Dios”. Y en efecto, acontece que por la tarde una bandada de codornices cubre el campamento de tiendas de nómadas (como era el pueblo de Israel en los años del desierto). Y luego, por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento, y cuando ya se evaporaba la capa de rocío aparecía en la superficie del desierto un polvo fino que parecía escarcha sobre la tierra. Y luego, cuando los hijos de Israel se preguntan ¿qué es esto? Moisés les dirá: “Es el pan que el Señor les da de comer, el pan del cielo”. El pan de ángeles diremos luego en la Eucaristía que el maná es prefiguración del pan eucarístico y como Dios no abandona al ser humano más allá de hambrunas, necesidades, pobrezas y precariedades. Como Dios se presenta siempre en la Biblia como el proveedor, el providente, el que acompaña y atiende nuestras necesidades, más allá de que en ciertos momentos y horas de la existencia queramos desesperarnos, angustiarnos Dios siempre está con nosotros. Pero pasemos al evangelio de san Mateo, capítulo 13, el llamado “discurso parabólico”, cuando nos presenta aquí la imagen magnífica del sembrador que tira la semilla al voleo donde caiga en la tierra, una manera o una de las maneras en que se podía cultivar la tierra en Israel, hace muchos siglos. Pero nos habla de tres tipos de terreno estériles donde cae la semilla y se pierde. “Ella lanzada al voleo, es una semilla sobreabundante, tiene un poder intrínseco en sí misma, siempre es poderosa”. Así como la semilla del grano de mostaza, siendo la más pequeña de las semillas, tiene el poder de transformarse en un gran arbusto que da alimento y cobijo a todos los pájaros del cielo, así es la semilla de la Palabra de Dios. Pero es el corazón humano el que a veces es una sementera, un terreno que no está abonado no está disponible, no está receptivo a la palabra, a la semilla de Dios. Nos habla pues, de tres tipos de terrenos. “El primero, cuando la semilla no cae en el terreno como tal, sino en sus bordes y vienen los pájaros del cielo y se comen la semilla y esta se pierde, se malogra”. Pero nos habla de un segundo tipo de terreno o sementera en el corazón humano, “que es el terreno pedregoso, donde hay más piedras que tierra, donde apenas tiene fuerza la semilla para caer en algo de tierra y como no es profunda, apenas sale el sol quema y seca la semilla por falta de raíz”. Cuántas veces nosotros hemos sentido que Dios no está en el centro de nuestra vida, sino que lo buscamos en necesidades puntuales. Es la semilla al borde del camino, Dios está en nosotros, no de manera central, sino periférica o repito, al borde del camino. Cuántas veces nuestro corazón endurecido como piedras, no permite que la semilla de la Palabra de Dios germine y produzca frutos en nosotros, porque no estamos preparados, no somos terreno abonado. Finalmente habla de un tercer tipo de terreno estéril y es el terreno entre abrojos, entre zarzas, entre maleza, diríamos corrientemente. “Cae la semilla, pero la maleza que al fin de cuenta es eso, maleza, no permite que la buena semilla crezca”. Tantos afanes de la vida, tantas búsquedas de riqueza son malezas en nuestro corazón; tantas prisas por producir, por trabajar, por vivir los placeres gritones de la existencia son verdaderos rastrojos o malezas que ahogan el poder, la sabiduría, la luz y la verdad de la Palabra Divina que no cae en la tierra abonada de nuestro corazón, sino en medio de malezas. La parábola concluirá: “Que sólo cuando la semilla que tiene poder en sí misma, que es buena en sí misma, cae en tierra abonada, fecunda, en tierra buena, da fruto y un fruto insospechado”. Baste decir que los mejores terrenos, las mejores tierras en Israel podían dar hasta siete veces lo sembrado. Pero aquí la parábola evangélica nos habla “que cuando un corazón es tierra abonada, no dará 7 veces lo sembrado, sino 30 veces lo sembrado, 60 veces lo sembrado, 100 veces lo sembrado”. De alguna forma parece una exageración, pero quiere indicar la fuerza de la Palabra de Dios significada en la semilla, y como, cuando tenemos un corazón dispuesto puede germinar. La vida me ha enseñado que los santos que veneramos en la Iglesia a lo largo de los siglos fueron personas quizás ordinarias, quizás con menos carismas y talentos que nosotros; pero su corazón fue tierra abonada y por eso dieron una respuesta extraordinaria, única, sobrenatural, magnífica al llamado de Dios y por eso transformaron radicalmente su vida. Hoy, si me preguntas ¿cómo ser tierra fecunda?, te invitaré a tres actitudes muy sencillas sin que sean las únicas. Que tu corazón sea tierra abonada, tierra fecunda cuando haces examen diario de conciencia, examen diario de tu vida a la luz de la Palabra de Dios. Cuando eres capaz de confrontarte, interrogarte entre lo que te plantea la Palabra de Dios, este evangelio de cada día que te presentamos en redes sociales y tu existencia misma y preguntarte ¿qué tan cerca o qué tan lejos estás de vivir coherente y plenamente la Palabra de Dios? Aprendamos esa tradición bimilenaria de la Iglesia de hacer examen diario cada día de nuestra vida: ¿a quién he amado?, ¿a quién he maltratado?, ¿he obrado con egoísmo o con generosidad? ¿Mis pensamientos de este día han sido maliciosos, turbios, calculadores, interesados o han sido pensamientos limpios? ¿He controlado mis malas emociones y he aprendido a ser generoso, libre y desprendido frente a mis bienes?, ¿he aprendido a amar con libertad? ¿Soy una persona de verdad que busca en todo la gloria de Dios? Haz un examen diario de tu vida y estúdiate, examínate a la luz de la Palabra de Dios. Pero en una segunda propuesta te invito a que hagas retiro espiritual en tu vida. La Casa de Encuentros donde sirvo, Monte María, donde hacemos retiros espirituales frecuentemente, nace como una intuición del corazón, porque entendí que el mero servicio parroquial, a veces la Eucaristía para el bautismo, la primera comunión, el matrimonio, la defunción o la Eucaristía dominical, no basta por sí misma para encender nuevamente en fe, en esperanza y en amor el corazón de los creyentes. A veces necesitamos hacer un alto en el camino de la vida, escuchar en el silencio del corazón la voz de Dios en el contacto con la naturaleza. Y allí, en un retiro espiritual de fin de semana, aprender a reconocer que Dios te llama a una misión más alta, a una vida más elevada. Finalmente, y además del examen de conciencia diario de un retiro espiritual que es como una carga de energía, la batería de tu alma que te vuelve a recargar interiormente aprende en un tercer tip el hábito de la oración. Así como hay hábito para tomarte un café en las mañanas, como hay hábito para ducharte antes de salir a trabajar cada día, como hay hábito para la alimentación de la mañana, del mediodía y de la noche, has hábito de oración todos los días a primera hora de la mañana y a última hora de la noche, justo después de levantarte y justo antes de acostarte. Aprende a agradecer a Dios por unos 15 minutos, 20 minutos tu vida, a poner de presente tus acciones de la jornada, a darle gracias a Dios por todo, a pedir perdón por tus faltas, a sentir el amor paternal del Padre Dios. Tres tips para abonar tu corazón y que produzca esa semilla bastante en cosecha: examen de conciencia diario, uno. Un retiro espiritual fuerte para tu vida que te dé nueva energía interior y espiritual, dos. Y hábito de oración, disciplina de oración cada día en tu vida. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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