¡Ciegos!

Abstract

REFERENCIA BIBLICA DEL EVANGELIO Juan 9, 1-9. 13-17-34-38 (forma breve) Juan 9, 1-41 (forma larga) Primera lectura del día de hoy Lectura del primer libro de Samuel 16,1b.6-7.10-13a: En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: -«Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.» Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: -«Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.» Pero el Señor le dijo: -«No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.» Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.» Luego preguntó a Jesé: -«¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: -«Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» Samuel dijo: -«Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.» Jesé mandó por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: -«Anda, úngelo, porque es éste.» Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Palabra de Dios Te alabamos Señor Salmo del día de hoy Salmo 22,1-3a.3b-4.5.6: El Señor es mi pastor, nada me falta. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. El Señor es mi pastor, nada me falta. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. El Señor es mi pastor, nada me falta. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. El Señor es mi pastor, nada me falta. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. El Señor es mi pastor, nada me falta. Segunda lectura del día de hoy Lectura del libro de Efesios 5,8-14: Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.» Palabra de Dios. Te alabamos Señor Evangelio del día de hoy Del Evangelio según san Juan 9,1-41: En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: -«Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?» Jesús contestó: -«Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mien­tras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.» Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: -«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).» Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: -«¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: -«El mismo.» Otros decían: -«No es él, pero se le parece.» Él respondía: -«Soy yo.» Y le preguntaban: -«¿Y cómo se te han abierto los ojos?» Él contestó: -«Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver. » Le preguntaron: -«¿Dónde está él?» Contestó: -«No sé.» Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: -«Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.» Algunos de los fariseos comentaban: -«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros replicaban: -«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: -«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: -«Que es un profeta.» Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y le preguntaron: -«¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres contestaron: -«Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.» Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; por­ que los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien re­conociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él.» Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. » Contestó él: -«Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.» Le preguntan de nuevo: -¿«Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?» Les contestó: -«Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué que­réis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?» Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: -«Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moi­sés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabe­mos de dónde viene.» Replicó él: -«Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.» Le replicaron: -«Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lec­ciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: -«¿Crees tú en el Hijo del hombre?» El contestó: -«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: -«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.» Él dijo: -«Creo, Señor.» Y se postró ante él. Jesús añadió: -«Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos. » Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: -«¿También nosotros estamos ciegos?» Jesús les contestó: -«Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.»

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES A partir del evangelio de hoy, donde Jesús sana a un ciego de nacimiento, encontramos grandes enseñanzas para nuestra vida. La primera, es que la mayor ceguera es el desconocimiento de nuestra propia ceguera, a veces vivimos creyendo ver, creyendo estar en la luz, por tanto, no buscamos curación, no buscamos recibir la luz; muchos de nosotros podemos vivir y morir en oscuridad, sin ser conscientes de ello. Hoy el evangelio de Juan, nos presenta una finísima ironía, la luz progresiva del ciego de nacimiento, propia del hombre humilde, luz primero en sus ojos y luego en su corazón, cuando llama a Jesús un hombre que lo ha curado, lo obedece, lo califica de profeta y luego lo llama Señor postrándose ante Él, es un descubrimiento progresivo del señorío o poder de Jesús sobre su vida; por el contrario, descubrimos la ceguera progresiva de los fariseos, propia de los hombres orgullosos, que primero andan divididos sobre la identidad del ciego sanado, luego quieren colocar la ley del sábado por encima de la sanación de un hombre enfermo, luego con gran incredulidad preguntan al ciego y a sus padres, persisten con terquedad en su corazón cerrado, en volver a preguntar ¿quién es el que ha sanado al ciego? y finalmente con injurias y soberbias expulsan al ciego de la sinagoga y no reconocen su propia ceguera frente a Jesús. De alguna forma podemos afirmar, que la gran ceguera del ser humano hoy, es la ceguera del corazón que se manifiesta bajo el pecado en cualquier forma: el orgullo nos enceguece, la codicia de bienes nos enceguece, la envidia nos enceguece, la lujuria nos enceguece, el rencor nos hace ciegos. Hoy, sin embargo, esto no es tan claro en la sociedad, porque hay una pérdida de la conciencia del pecado, pudiéramos llamar a esto una ceguera moral, donde no diferenciamos el bien del mal, lo que conviene de lo que no conviene. Pero hay una segunda ceguera en el hombre de hoy, la ceguera social, cuando somos tan indiferentes frente a la desigualdad, la discriminación, la exclusión y la injusticia humana, cerramos la mirada ante el necesitado para no verlo o simplemente ignorarlo. Una tercera ceguera del hombre de hoy, es su ceguera espiritual, el proyecto de querer vivir su vida sin Dios, sin sentido de trascendencia, sin reconocer que la vida solamente desde lo biológico, material es una vida pequeña y recortada, que el hombre necesita trascendencia, espiritualidad cualquiera que sea el credo religioso que dice profesar. Una cuarta ceguera en el hombre de hoy, es su ceguera antropológica, hoy el hombre no tiene claridad sobre la verdad de él como hombre o de ella como mujer, se busca redefinir el matrimonio, redefinir la familia, redefinir el género por ideologías absurdas que como modas llegan a nuestra sociedad, se ha perdido el sentido de la vida, hoy se le da más importancia al hacer que al ser, al tener cosas que, al amar personas, es una ceguera antropológica. Pero encontremos caminos de luz para nuestra vida, ¿cómo iluminar nuestro corazón?, ¿cómo sanar nuestra ceguera interior?, de manera conclusiva presentemos estos caminos de luz para nuestra existencia. El primero, reconocerme ciego, mirarme con sabiduría en la vida, solo el autoconocimiento es el camino de una verdadera sabiduría y nunca buscaré luz, si no me siento ciego en el corazón, como un alcohólico nunca buscará salir adelante de su adicción si no se reconoce alcohólico. Un segundo camino de luz es la humildad, solo el humilde camina en la verdad. Saber que necesito de Dios, que por mis propias fuerzas no soy capaz, imitar al ciego del evangelio de hoy, que postrado corporalmente ante Jesús, con humildad lo llama Señor, el que tiene señorío sobre su vida. Un tercer camino de luz es la oración, que por la palabra de Dios ilumina nuestra vida, confronta nuestras equivocaciones y nos muestra el camino que Dios desde siempre ha tenido proyectado para nosotros. Un cuarto camino de luz es el de la cruz, el sufrimiento, el dolor, los reveces, las adversidades de la vida como nos desinstalan, nos sacan de nuestra zona de comodidad y nos confrontan con lo profundo de cuál es la misión en nuestra vida. Un quinto camino de luz, el más fuerte del evangelio de hoy, es la fe en Jesús, el ciego primero lo llama hombre, luego profeta, luego enviado de Dios o Mesías, finalmente lo llaman Kyrios, Señor, Hijo del hombre y se postra ante Él. Un sexto camino de luz es la esperanza, que ilumina nuestro futuro y nos permite no desesperarnos más allá del túnel que podamos estar padeciendo. Un séptimo y final camino de luz, es el amor que ilumina las relaciones entre las personas, permitiéndonos nuevas dimensiones en la vida. Hoy pregúntate: ¿hay luz en tu corazón?, ¿eres una persona iluminada?, ¿iluminas la vida de los demás? o por el contrario la vida te maneja a golpes caprichosos, por modas pasajeras. Señor, que yo pueda ver, sáname de mis ojos, pero sobre todo sáname de la ceguera de mi corazón. Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén

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