¡Te ensalzaré Señor, porque me has librado!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO San Juan 4, 43-54 Lecturas del día de Hoy: Primera Lectura: del libro de Isaías. 65, 17-21 Esto dice el Señor: «Miren: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocíjense, alégrense por siempre por lo que voy a crear: yo creo a Jerusalén “alegría”, y a su pueblo, “Júbilo”. Me alegraré por Jerusalén y me regocijaré con mi pueblo, ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido; ya no habrá allí niño que dure pocos días, ni adulto que no colme sus años, pues será joven quien muera a los cien años, y quien no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán los frutos». Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo de Hoy: Sal. 30(29), 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Tañan para el Señor, fieles suyos, celebren el recuerdo de su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Busquen el bien, no el mal, y vivirán; y el Señor estará con ustedes. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Evangelio de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Juan 4, 43-54 Busquen el bien, no el mal, y vivirán; y el Señor estará con ustedes. En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado: «Un profeta no es estimado en su propia patria». Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, no creen». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre». El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea. Palabra del Señor». Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES En el salmo responsorial que hoy nos propone la liturgia de la Iglesia como asamblea litúrgica cantamos: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”. En el fondo es el grito de agradecimiento y si se quiere, de reconocimiento a la grandeza de Dios, que es capaz de liberarnos de grandes males, de reivindicar y volver a levantar nuestra vida. Dirá en efecto, el salmista: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba al sepulcro”. E inmediatamente invita en otra estrofa del salmo: “Alabar al Señor, fieles suyos, celebren el recuerdo de su nombre santo, porque su cólera, la de Dios, dura un instante, pero su bondad persiste de por vida”. Y ratifica diciendo: “Al atardecer nos visita el llanto y el sufrimiento, pero al amanecer viene el júbilo y la alegría”. Termina diciendo el salmo de hoy: “Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas, Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre”. Citamos este salmo, porque precisamente en el evangelio de hoy, tomado de san Juan, capítulo 4, cuando se narra el segundo milagro que hace Jesús (según la narración cronológica de san Juan, la curación milagrosa del hijo de un funcionario real), él podrá gritar: “Ensalzaré a Jesús, ensalzaré a Dios, porque me ha librado del dolor de la muerte cercana y próxima de alguien tan entrañablemente querido como el propio hijo”. En efecto, nos dirá el evangelio: “Que un funcionario real ha pedido a Jesús que baje a Cafarnaúm para que vaya a curarlo”. La respuesta de Jesús es clara: “Si no ven ustedes prodigios y señales palpables, no son capaces de creer, ni de tener fe”. El funcionario del rey insiste en medio de su angustia y en la incapacidad de reconocer la grandeza de Jesús: “Señor, baja antes de que mi hijo se muera”. Jesús simplemente con autoridad, en una palabra, cargada de sentido y de vida, le dice al padre del enfermo: “Anda que tu hijo vive”. Señalará el evangelista san Juan: “Que el hombre creyó (que palabra tan fuerte en el evangelista) el hombre, el funcionario real, creyó en la palabra de Jesús, se puso de camino a su casa y cuando iba ya bajando, se encontró a sus criados, quienes con gran alegría le dijeron que su hijo estaba sano y que no se había muerto”. Cuando él les pregunta ¿a qué hora ha ocurrido la mejoría en la salud de su hijo? Ellos le contestan: “Que se ha dado en el día de ayer a la hora séptima o una de la tarde”. Esto nos pone a nosotros a pensar, cómo el evangelista señala justo a esa hora era que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive, tu hijo está sano”. Esto hizo que el funcionario del rey creyera junto con su familia, y nos señala como Jesús respalda toda la fuerza de su predicación y como enviado de Dios, como Mesías Salvador, respalda toda su obra a partir de las acciones poderosas y milagrosas de sanación. Tú y yo, que con seguridad hemos tenido crisis de salud en nuestra vida, o por lo menos crisis en la salud de seres entrañablemente queridos, familiares y amigos con angustia en no pocas oportunidades en la vida, hemos clamado a Dios por la salud, por la reivindicación de la vida de una persona. El Señor sólo nos pide tener fe, creer en Él, apoyarnos y si es lo que más conviene, dará la salud y la vida a los seres que amamos, dará la salud y la vida a nosotros mismos. Como tantas veces he señalado, hoy en día en el siglo XXI no hay más milagros porque falta fe en el pueblo creyente. Recuérdalo, que la fe realiza imposibles, la fe mueve montañas y por la fe, lo que es imposible para los hombres, es totalmente posible para Dios. El hombre, el funcionario del rey, creyó en Jesús y obtuvo lo que pedía en su momento de angustia. Hoy, tú y yo, en la necesidad, en la dificultad, en el desánimo y desesperanza que puedas tener, clama a Dios, grita su auxilio, pide su socorro, encomiéndate a su protección y a su poder y verás auténticos milagros en tu vida. Que el Señor, que es grande y misericordioso, te bendiga en abundancia en este día. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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