¿Amas a Dios o amas al mundo?

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Lucas 2, 36-40 Lecturas del día de hoy: Primera Lectura: de la primera carta de Juan 2, 12-17: Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Palabra de Dios, te alabamos Señor. Salmo del día de hoy: Salmo (96)95, 7-8a.8b-9.10: Alégrese el cielo, goce la tierra. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Alégrese el cielo, goce la tierra. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Alégrese el cielo, goce la tierra. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, Él afianzó el orbe, y no se moverá; Él gobierna a los pueblos rectamente.» Alégrese el cielo, goce la tierra. Evangelio del día de hoy: Del santo Evangelio según san Lucas 2, 36-40: En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Estamos leyendo en estos días de la llamada octava de Navidad, que es la misma gran solemnidad de la Natividad del Señor, extendida por ocho días, estamos leyendo la primera carta del apóstol san Juan, no solamente el discípulo amado por Jesús, sino el místico, como lo señala precisamente la simbología de su evangelio con el águila, Juan es el que voló más alto en el misterio de la experiencia del amor divino. Hoy reconocemos en esta primera carta de San Juan que nos presenta la liturgia en este día, como hay palabras cargadas de fuerza y de luz para nuestra vida. A pocas horas de finalizar el año y después de haber pasado el mes más turbulento y trajinado del año, diciembre, hoy el evangelista Juan nos hace una advertencia de manera categórica: “No amen al mundo ni lo que hay en el mundo”. Hoy nos preguntamos en un primer momento: “¿Mi amor es por Dios o el amor primero es por las cosas del mundo?”, y a renglón seguido san Juan el apóstol, el discípulo, el amigo de Jesús y el místico, señalará: “Que lo que hay en el mundo es la concupiscencia de la carne, la esclavitud de los deseos, pero que también lo que hay en el mundo es la vanidad de los ojos, la apariencia de la belleza, la fama, el prestigio, el reconocimiento, el aplauso ante los demás”. Y finalmente, señala san Juan: “Que lo que hay en el mundo es la arrogancia del dinero, la falsa seguridad de pensar, que unos cuantos bienes terrenales que pasan, nos van a dar la felicidad y aun la salvación definitiva”. Juan advierte contra estos tres grandes amores que ejercen una poderosa fascinación en el corazón humano: la concupiscencia de la carne, la vanidad de los ojos, la arrogancia del dinero, y nos advierte claramente el evangelista: “Que nada de esto procede del Padre Dios, sino que procede solo del mundo”. ¿Qué has vivido en este diciembre?, cuántas personas de manera tal vez desenfrenada, descontrolada, han querido vivir a tope como dicen los españoles su vida, han tratado de llevarla al límite en la experiencia de sus sentidos, y justo por estos días, cuando se va cerrando el año, descubrimos un misterioso desencanto, un silencioso desencanto de la vida y de lo que el mundo nos ofrece. Hoy el Señor, a través de san Juan, nos hace una advertencia perentoria: “Todo lo del mundo pasa, aún sus deleites y concupiscencias, aún sus vanidades y apariencias, pero sólo el que permanece en la voluntad de Dios vive para siempre”. En todo corazón humano hay una sed de eternidad, en toda alma hay una búsqueda de infinito, no dejes, no dejes ser engañado. La vida es una sola, juégatela bien, juega bien el partido de tu vida, recuerda que la existencia va pasando más rápido de lo que creemos, como dice el salmo: “Una vida a los 80 años es como la hierba, que por la mañana nace y crece y por la tarde se marchita y muere”. Hoy pidamos la altísima sabiduría, de dirigir, orientar, trabajar en nuestra vida por lo que es importante, por lo que no pasa. Mucha razón tiene el evangelio de hoy de san Lucas, cuando nos dice que el Niño Jesús, hablando de su infancia, iba creciendo; es la dinámica de superación y la dinámica de crecimiento continuo del ser humano, y nos dice que iba robusteciéndose en sabiduría y en gracia, porque Dios estaba con él. ¿Hoy te has llenado de placeres mundanos?, a estas alturas del mes de diciembre ¿has vivido solamente fatigas, fiestas gritonas, celebraciones con mucho ruido?, o ¿en el misterio de tu corazón, con tu familia, has intentado vivir el don del amor de Dios, la paz y la alegría sencilla pero cierta que Jesús nos regala?. Hoy descubre, que más allá de crecer en la concupiscencia de la carne, en la vanidad de los ojos y en la arrogancia del dinero, estamos llamados como Jesús Niño, a crecer en sabiduría y en gracia, que es lo que cuenta en definitiva para la vida perpetua, para la vida que no tiene fin y que esperamos todos disfrutar con Dios. Es Navidad en tu corazón si te abres a la trascendencia, es Navidad en tu corazón si al mundo le das su justo lugar y pones a Dios en el primer sitial de tus amores. Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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