¡Ay de ustedes, guías ciegos!

Abstract

REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 23, 13-22 Lectura del día de hoy 1Ts 1,1-5.8b-10: Abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para vivir aguardando la vuelta de su Hijo, a quien ha resucitado. Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que os libra del castigo futuro. Salmo de hoy Salmo 149,1-2.3-4.5-6a.9b: El Señor ama a su pueblo. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre. Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. Evangelio de hoy Mateo 23, 13-22: ¡Ay de vosotros, guías ciegos! En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: -¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «¡Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!» ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: «Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga». ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Hoy, en la fiesta litúrgica de un gigante, san Agustín, nos presenta el evangelio, tal vez uno de los más fuertes ataques que Jesús lanza contra un grupo socio religioso con el que nunca pudo aceptar su vida y sus actitudes humanas, hablamos de los fariseos. Dicho de otra manera, no hay capítulo en todo el Nuevo Testamento más fuerte, señalando y cuestionando actitudes de vida, que este capítulo 23 de san Mateo, donde el Hijo de Dios lanza verdaderas cargas de profundidad, señalando la incoherencia, la hipocresía, la estupidez de vida que llevan aquellos que apegados a tradiciones religiosas y fungiendo como hombres santos y puros, se enredan a sí mismos y enredan la vida de los demás. Por eso Jesús en el evangelio de hoy lanza, o mejor continúa hablando de aquellos famosos ¡Ayes! o lamentaciones, “¡Ay! de ustedes escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el reino de los cielos, ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quieren”. Y luego en un segundo momento dice: ¡Ay! de ustedes escribas y fariseos hipócritas, que viajan por tierra y mar para ganar un seguidor, y cuando lo consiguen lo hacen digno simplemente del fuego del infierno”. Finalmente, cuestiona estos guías ciegos, los fariseos porque juran por lo que no es importante, para lo que es valioso, eso lo hacen a un lado, por eso los llaman hipócritas, porque sintiéndose buenos, puros y mejores, aparentan lo que realmente no son. También los llama guías ciegos, porque ni ellos entran al reino de los Cielos, ni sus seguidores y sus juramentos no valen para nada; y concluye Jesús diciendo que su condena será más severa que para el resto de los hombres, porque ellos han tenido más responsabilidad. Pero hoy, en el siglo XXI, nos preguntamos cómo en días precedentes ¿hay fariseísmo en nuestra época? y la respuesta es desafortunadamente, en todos los tiempos, en todas las generaciones, siempre han existido los fariseos que son vanidosos, que buscan reconocimientos, aplausos, y aprobaciones humanas; que sienten un especial gusto en juzgar, en sentirse jueces de todos los demás y de todas sus actuaciones y que se apoyan en la seguridad que da la ley moral, la ley ética, la ley religiosa, para desde la tribuna de la ley y decirsen fieles seguidores de la misma, señalar y acusar a los demás. No sobra decir que en el fariseo falta humildad porque no se reconocen pecadores, por el contrario, se sienten maestros, cuando en realidad equivocan y tuercen el camino de muchos. Hoy pidamos al Señor la gracia, el don, la luz interior, de no caer en el fariseísmo, en la hipocresía, en sentirnos tranquilos y hasta gustosos, cómodos juzgando de los demás, pero sin mirarnos a nosotros mismos, recordando una máxima personal que me gusta repetir: “Quien fácilmente juzga de otro, difícilmente se conoce a sí mismo”. Y también la vida me ha enseñado que aquellos que juzgan con mayor dureza de los defectos, y equivocaciones ajenas, son los que llevan una vida moral más enredada, más duplicada, más falsa y engañosa; y por el contrario aquellos que son benévolos y suaves en sus juicios frente a las equivocaciones ajenas, tienen más altura moral, ética y espiritual para hablar de los demás, porque su vida personal es más coherente. Terminemos nuestra reflexión mirando la primera lectura de hoy, tomada de la carta de Pablo a los Tesalonicenses, cuando el apóstol de los gentiles no cesa de recordar ante Dios la actividad de la fe, el esfuerzo del amor y la firmeza en la esperanza en Jesucristo de la comunidad de Tesalónica, y como ellos se convirtieron a Dios abandonando los ídolos y aguardando la venida del Hijo de Dios, Jesucristo, quien está resucitado. Hoy, es una invitación para cada uno de nosotros, para que con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción, no nos quedemos en una tentación siempre universal, sentirnos mejores, distintos y jueces de los demás, los fariseos, y no andar más bien por el mundo con humildad, sabiéndonos pecadores, frágiles y necesitados continuos de la misericordia y del perdón de Dios. Que el Señor te bendiga en abundancia en este día, en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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