¡Álegrense justos, con el Señor!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Juan 20, 2-8 Lecturas del día de hoy: Primera Lectura: de la primera carta de Juan 1, 1-4: Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo del día de hoy: Salmo (97)96, 1-2.5-6.11-12: Alegraos, justos, con el Señor. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. Alegraos, justos, con el Señor. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Alegraos, justos, con el Señor. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. Alegraos, justos, con el Señor. Evangelio del día de Hoy: Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 2-8 El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: – «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES Estamos en la llamada octava de Navidad, los ocho días que siguen a la gran solemnidad del nacimiento de Jesús para la humanidad entera, y si tenemos fe, un nacimiento en nuestro corazón que nos llevará a mirar la existencia con nuevos ojos. No deja de ser impresionante, el mensaje de la primera carta del apóstol san Juan, cuando él reconoce que aquel que existía desde el principio, al que le hemos oído sus palabras, al que lo hemos visto con nuestros propios ojos, en su caminar, en su rostro, en sus ademanes y gestualidad, al que hemos contemplado y han palpado nuestras manos la palabra de vida, de ese queremos hablar, de ese queremos dar testimonio y hacer anuncio. Y dirá el apóstol san Juan en la primera lectura de hoy, tomada precisamente de su primera carta en el capítulo 1, como es precisamente ese anuncio fuente de alegría completa para cualquier vida humana; él quiere anunciar la vida de Jesús, para que todos estemos unidos a san Juan, como el apóstol estuvo unido a Cristo y éste unido al Padre Dios. Y es que hablar de Juan, más allá de ser un apóstol o evangelista, es hablar del discípulo más amado por Jesús, del más joven de todos ellos, pero sobre todo del místico, del hombre lleno del Espíritu Santo, que voló alto, muy alto, en el conocimiento y la experiencia del amor de Cristo, a tal punto que se le simboliza a lo largo de dos mil años de la iglesia con el águila, porque las águilas vuelan alto en las montañas, y Juan voló alto en la experiencia del amor de Dios. Hoy alegrémonos como dice el salmo: “Alégrense justos con el Señor, porque el Señor reina, la tierra goza, la justicia y el derecho sostienen su trono, los cielos pregonan su justicia y los pueblos contemplan su gloria”. Y nos dirá el salmo de hoy: “Amanece la luz para el hombre justo y la alegría para los rectos de corazón, alégrense justos con el Señor, celebren su santo nombre”. Pero pasamos al evangelio, que nos muestra como María Magdalena corre donde los apóstoles y les anuncia que la tumba donde habían colocado el cuerpo yerto de Jesús está vacía. Los apóstoles, impactados, salen del recinto donde se encontraban y corren, pero dice precisamente el evangelio de san Juan, que corre Pedro, y hablando de sí mismo corre Juan, y como era más joven llega más rápido, pero también otros autores dicen, porque su amor era más grande llegó primero a la tumba antes que el apóstol Pedro. Es que el amor nos da alas y nos facilita el camino de la fe, fue el amor de María Magdalena, que la llevó a buscar en la madrugada de ese domingo primero de la semana a Jesús, a llevarle algunas especies, según las costumbres funerarias de la época, y es el amor de Juan, el que le lleva a correr y a encontrarse con Él. Pero este amor no se da de manera gratuita y en vida de Jesús, sabemos que Juan era de ese trío privilegiado con su hermano Santiago y el apóstol Pedro, que fueron testigos de excepción, por encima de los otros discípulos luego apóstoles, de la gloria de Jesús en el monte Tabor de la Transfiguración. Juan también fue testigo de excepción, de la agonía de Jesús en el Calvario y sobre todo fue testigo único de excepción en el grupo de los apóstoles, de la muerte de Jesús y de las palabras finales antes de partir de este mundo, cuando le entrega a María como Madre espiritual no solamente para él, sino para toda la humanidad. Por eso hablar de san Juan, no es hablar de un apóstol más en el grupo de los 12, sino hablar de aquel, que en su primera, segunda y tercera carta, en su evangelio y en el libro del Apocalipsis, nos muestra, la profunda experiencia que tiene del amor de Dios. De hecho, el evangelio de san Juan es completamente distinto de los llamados evangelios sinópticos, de Mateo, Marcos y Lucas; Juan siempre contrapone, de alguna manera buscando la comparación, la sinopsis, Jesús con los judíos, lo nuevo y lo viejo, la letra de la ley y el espíritu de la ley, la luz y las tinieblas, la fe y la incredulidad, los discípulos de la iglesia y la sinagoga judía. Siempre san Juan planteará este conflicto radical e irreconciliable mostrando, o somos de Jesús o estamos contra Jesús. Hoy pidamos ese fuego de este joven apóstol, el único que acompañó a Jesús hasta el final de su vida, arriesgando su existencia y estando con Él al pie de la cruz, y también el único apóstol que no muere mártir. En efecto según la tradición, morirá en la isla de Patmos en el mar Mediterráneo, allí, a través de un amanuense o secretario, escribirá el famoso libro de las Revelaciones o Apocalipsis (el último texto de la Sagrada Escritura). Pero Juan fue también, el depositario por la confianza que Jesús tuvo en él, para cuidar a María cuando se desata esa terrible persecución en la ciudad de Jerusalén, y la lleva a vivir a un precioso lugar en Éfeso, muy cerca de la costa de Kusadasi la actual Turquía, en el mar Mediterráneo. Allí en Éfeso, la Virgen partirá al encuentro con Dios y Juan tuvo el privilegio de tener muy cercanamente después de san José, a los dos grandes tesoros de la fe cristiana católica, Jesús Redentor y su Madre Santísima, asociada de manera privilegiada a su obra de redención. San Juan evangelista, san Juan apóstol, san Juan amigo fiel de Jesús, san Juan místico, intercede, intercede por nosotros. Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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