¡Corregir es un arte!

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REFERENCIA BÍBLICA DEL EVANGELIO Mateo 18, 15-20 Lectura del día de hoy Del libro del Deuteronomio 34,1-12: En aquellos días, Moisés subió de la estepa de Moab al monte Nebo, a la cima del Fasga, que mira a Jericó; y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, el territorio de Neftalí, de Efraín y de Manasés, el de Judá, hasta el mar occidental, el Negueb y la comarca del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar; y le dijo: «Ésta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciéndoles: «Se la daré a tu descendencia.» Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.» Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el día de hoy nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años; no habla perdido vista ni había decaído su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés en la estepa de Moab, treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo por Moisés. Josué, hijo de Nun, estaba lleno del Espíritu de Sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos; los israelitas le obedecieron e hicieron lo que el Señor había mandado a Moisés. Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió a hacer en Egipto contra el Faraón, su corte y su país; ni en la mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Salmo del día de hoy Salmo (66) 65, 1-3a.5.8.16-17: Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a Él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida. Evangelio del día de hoy Del Santo Evangelio según San Mateo 18, 15-20: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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TRANSLITERACIÓN REFLEXIÓN PADRE CARLOS YEPES El evangelio de hoy nos presenta los tres niveles de la corrección entre hermanos, entre familias, entre conocidos y amigos. Cuando hay una equivocación en un compañero, amigo o hermano, reprenderlo primero en privado, con sencillez, si no se ha corregido, reprenderlo frente a dos o tres testigos, y si aún la corrección en este segundo nivel no opera, reprenderlo frente a toda la comunidad. Hoy a partir de este evangelio te presento siete reglas de oro, para corregir a tu hijo, a tu amigo, a tu alumno, para corregir a aquella persona que está bajo tu subordinación o dependencia. Primera regla de oro, corregir con humildad, de alguna manera es reconocer que no me las sé todas, que cuando corrijo no puedo humillar a la persona corregida; de alguna manera es reconocer que la corrección con humildad, respeta cada corazón que es tierra sagrada, que no puedo descalificar de cualquier manera. Una segunda regla de oro, es corregir con paciencia, virtud propia de los santos, reconocer que cada persona tiene un ritmo distinto en su vida y que muchas veces la corrección de una persona o su conversión, no viene en el tiempo humano, sino en el tiempo de Dios. Muchas caídas, muchos desestímulos cuando corriges a un hijo, pero si corriges con paciencia y confiando en Dios, créeme que verás resultados y frutos en la vida de la persona corregida. Una tercera regla de oro, corrige compasivamente, corrige con misericordia. Todos tenemos miserias, todos tenemos pecado, en todo ser humano hay dolor en sus corazones. Cómo nosotros no intentamos comprender misericordiosamente la falla, el pecado del otro, esto nos implica corregir compasivamente, corregir con amor de misericordia. En una cuarta regla, corrige con sabiduría. Reconoce que no todos los dedos de tu mano son iguales, que a unos se les puede colocar más peso, más exigencia, a otros menos. Corregir con sabiduría es reconocer que a veces se puede apretar y a veces hay que aflojar en esa relación con un hijo, con un subordinado, con un alumno; que hay tiempo para sostener a una persona, protegerla y hay tiempo para soltarla y dejar que vuele, así pueda tener pequeñas caídas. Quinta sabiduría, corregir con el testimonio. El ejemplo personal es fundamental a la hora de corregir a otra persona; de alguna manera es un regalo de esperanza para los demás, si se puede ser distinto. El que corrige con su ejemplo de vida, es una luz y una guía que no se muere en el camino, el corregir con el testimonio te da autoridad moral para hablar. En una sexta y penúltima sabiduría, reconocemos que se debe de corregir siempre sin cansarnos. Un amor que no se fatiga, un amor que da la batalla por esos hijos, por esa persona, más allá de los desánimos, un amor que ciertamente comprende pero que también exige, un amor, en definitiva, que deja volar cuando es el tiempo propicio de volar. Terminamos nuestra reflexión señalando, que estamos llamados a corregir a otro, sólo confiando en Dios, reconociendo que la obra es de Dios, que la oración lo alcanza todo, que yo soy un pobre instrumento en las manos de Dios y que las grandes transformaciones o conversiones en la vida, no son fruto de mi talento humano, sino de la gracia de Dios en un hombre. Siete reglas de oro amigo, amiga para corregir: uno con humildad, dos con paciencia, tres compasivamente, cuatro con sabiduría, cinco con el ejemplo testimonio de vida, seis con amor, sin cansarnos, siete, solo confiando en Dios. Que el Señor te bendiga abundantemente en este día, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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